miércoles, 19 de abril de 2017

Intrahistoria de la EXPO92 ¿Cómo la viví yo?



¡Hola soy Curro!

Algunas vivencias perduran en tu memoria por más que pase el tiempo.  Se cumplen ahora veinticinco años de la Exposición Universal que tuvo lugar en Sevilla durante 1992.  Yo era muy pequeño entonces, pero recuerdo con gran cariño aquel año. Ahora, ya en la treintena, puedo parafrasear a Kevin Arnold diciendo aquello de… recuerdo un lugar como otro lugar cualquiera, unas calles como otras tantas calles, unos pabellones de exposiciones como tantos pabellones de exposiciones.... pero, cuando vuelvo la vista atrás y recuerdo aquel acontecimiento…. Me maravillo. Sucedió en Sevilla, no podía ser en otro lugar. Aquel evento fue conocido como "La Era de los Descubrimientos", pues quería conmemorar el Quinto Centenario del Descubrimiento de América... y yo puedo decir que estuve allí... ¡en varias ocasiones!.
Mi primer contacto con la EXPO92 tuvo lugar en Semana Santa, a tres días de la inauguración oficial. De hecho, hace unos años me enteré de un dato curioso. En un principio se había pensado en el 17 de abril como el día propicio para inaugurar aquel grandioso evento. Sin embargo, dicho día coincidía con Viernes Santo. No era posible que coincidieran ambos acontecimientos a la vez, y menos en una ciudad como Sevilla, que vive con tanta pasión las procesiones de Semana Santa. Por este motivo, finalmente la EXPO fue inaugurada el lunes 20 de abril de 1992.

Aquel Viernes Santo estuve en la ciudad hispalense con mis padres. Habíamos ido a pasar la Semana Santa a Matalascañas (Huelva). Mi padre quería que los alumnos del Liceo Zuloaga, el colegio donde estudié y que él dirigió con gran sabiduría, fuéramos a la EXPO92 durante aquel año. En Matalascañas había una urbanización donde se alquilaban chalets. No recuerdo el nombre de aquel lugar (ya digo, era muy pequeño), pero si tengo vagos recuerdos de un señor que debía trabajar en una inmobiliaria, o en la entidad urbanística (algo así) con el que mi padre entabló bastante buena relación. Durante aquellos días estuvimos alojados en uno de esos chalets y ese señor y mi padre debieron acordar las fechas en las que se alojarían en Matalascañas los diversos cursos del colegio.

Viernes Santo en Sevilla. 17 de abril de 1992. De ese día tengo dos recuerdos que a veces me vienen a la mente en forma de flashes. Primero estuvimos viendo las procesiones. Si no recuerdo mal, fue por la mañana. Así que debimos ver los últimos coletazos de “La Madrugá”, quizá alguna de las hermandades se encontraban de retirada (era por la mañana, acabábamos de llegar a Sevilla. La Macarena, por ejemplo, tengo entendido que suele llegar a su Basílica en la media tarde del Viernes Santo). Aunque yo ya había visto algunas procesiones durante mi entonces corta vida, aquella de Sevilla me impactó notablemente. Especialmente por la gran cantidad de gente que había en las calles. De la procesión en sí recuerdo vagamente a una Virgen ¿Quizá la Macarena? la gente le decía aquello de “¡Guapa!”. Creo que después debimos ir a comer y, ya por la tarde, antes de volver a Matalascañas, fuimos mis padres y yo al recinto de la Exposición Universal. Llegamos hasta una de las puertas, la más cercana a la actual Torre Triana y, por tanto, al infortunado Pabellón de los Descubrimientos. Meses antes de la inauguración, este pabellón había sufrido un incendio que supuso toda una conmoción pues, según decían, se trataba de la verdadera joya de la EXPO92.
Recuerdo que aquel día volví a Matalascañas un poco “decepcionado”, pues quería haber visto a Curro. Pero claro, al no haber sido aún la inauguración, la mascota lógicamente no estaba por la Cartuja todavia. Había albergado la ilusión infantil de que iba a encontrarme con Curro, por ello sentí esa pequeña decepción. Eso sí, durante los meses siguientes pude verle en muchas ocasiones.
Pero recuerdo otra anécdota ocurrida en aquella Semana Santa en Matalascañas. Estuve jugando con otros niños a las máquinas recreativas. Aunque yo ya había vistado Andalucía, no había tenido ocasión de hablar con críos andaluces, por lo que su acento me chocó bastante. Eso si, mi hermana me dijo, con gran razón, “también tu acento les sonará raro a ellos”.


Con mi padre aquel Viernes Santo....
Como digo, pude ver a curro en muchas ocasiones durante aquel inolvidable 1992. De hecho, aunque fuera por la televisión, le vi el propio día en que se inauguró oficialmente la Exposición Universal de Sevilla. No lo vi en directo, claro está, pues me encontraba en clase a esas horas. Pero por la noche Televisión Española emitió un Informativo especial sobre el acontecimiento y recuerdo haber estado viéndolo. Me impactó notablemente ver las imágenes de la inauguración, con las campanas de toda Sevilla tocando a gloria, con el humo de colores que salía del Recinto de la Cartuja de las Cuevas (antiguo convento de cartujos y posterior fábrica de cerámicas), los miles de globos que soltaron al aire… y Curro. Mi inolvidable Curro ¡Qué saltos daba! Aún me pregunto qué tipo de ave era Curro. Si bien es cierto que Cobi tuvo también mucho protagonismo durante aquel año, el carisma de Curro era especial. Creo que estoy en condiciones de afirmar que, sin duda alguna, la mascota de la EXPO92 fue la favorita de los niños españoles que vivimos aquel mágico año. He hecho dos encuestas, en Facebook y Twitter. En Facebook gana Curro por dos votos. En Twitter hay mas unanimidad, pues el 100% de los encuestados optaron por la mascota de la EXPO92.
Por cierto, tengo también cierto recuerdo de un programa de televisión, creo que VIP Guay, donde Curro y Cobi participaron en una entrevista o algo así. No sé si respondían a preguntas de los niños, o si era algún tipo de concurso al que fueron invitados. Pero si tengo perfectamente grabada e la memoria la imagen de ambas mascotas en un plató de televisión.

En mayo volví a Matalascañas. Aunque, en esta ocasión, lo hice con mis compañeros de clase. Creo que, de todos los viajes que realicé durante mi etapa en el colegio, este viaje a Matalascañas es, sin duda alguna, el que recuerdo con mayor cariño. Y eso que el último fue a Roma, mi ciudad favorita. Me gustaría plasmar, negro sobre blanco, lo que recuerdo de aquel viaje. De hecho, ahora mismo me están viniendo muchas anécdotas de aquellos días en Huelva y Sevilla. Por ejemplo, durante aquellos días aprendí dos cosas que hasta entonces no sabía hacer: la cama y atarme los cordones. De camino a Matalascañas le pedí a la profesora que me atase los cordones. Debió pensar que era más efectivo enseñarme a atármelos yo mismo que estar atándomelos ella cada vez que se lo pidiese. Así que, durante un buen trecho, estuve sentado a su lado, hasta que aprendí a atarme los cordones sin margen de error. Por cierto, hicimos parada en Mérida y fuimos al teatro romano. La profesora nos dijo que desde el graderío podíamos escuchar con claridad lo que decían los actores durante una representación teatral cualquiera. Pero nosotros le dijimos que no nos lo creíamos. Por ello nos ordenó ir a las gradas y, cuando ya estábamos sentados allí, empezó a decirnos cosas con una voz más o menos suave. Nos quedamos muy sorprendidos al poder escuchar con gran claridad cada una de las palabras que nos decía. Llegamos casi de noche a Matalascañas y recuerdo que le dimos una gran ovación a Valentín, el conductor. Lo que no recuerdo es a que se debió. Supongo que la profesora quiso que le aplaudieramos como agradecimiento. Sin duda fue una buena educadora, la recuerdo con gran cariño.

Aquellos bellos atardeceres en Matalascañas....
Si no estoy equivocado, nos dispusimos en grupos por varios chalets. En las habitaciones había literas que compartíamos de dos en dos. Aquí viene mi otro gran aprendizaje de aquel viaje: hacer la cama. Tuvo lugar precisamente el día que visitamos la EXPO92. El chaval con el que compartía la litera me dijo que (yo) iba a hacer la cama “sí o sí”. No le hice mucho caso, pues me pareció una bravuconada. Además, pensé que llegaríamos tarde de Sevilla. Con un poco de suerte mi compañero estaría cansado o tal vez no se acordaría de lo que me había dicho por la mañana… iluso de mí. Cuando llegamos a Matalascañas (sobre la 1:30 de la madrugada) algunos de nuestros compañeros fueron a cenar. Pensé que este chico querría cenar también, y así no me descubriría... pero no, se vino conmigo y, al ver que la cama estaba sin deshacer, me echó una buena bronca. Esta es una de las imágenes que más recuerdo como “icónicas” de aquel viaje.
Estuvimos como una semana en Matalascañas. Aparte de la visita a la EXPO, no recuerdo mucho aquellos días, salvo dos o tres cosas puntuales. Supongo que fuimos bastante a la playa. No soy mucho de bañarme en el mar, tampoco me apasiona pisar la arena. Pero recuerdo con agrado aquella playa onubense. Era grande, el agua no estaba demasiado fría, además se podía nadar bastante bien y casi sin peligro. Uno de los días nos llevaron al Coto de Doñana. Creo recordar que nos decepcionó un poquito debido a que la profesora nos había dicho que íbamos a ver animales. Sin embargo, salvo los famosos pelícanos, algunos roedores y unas pocas aves, no vimos mucho más. Nosotros teníamos la ilusión de ver linces y otros animales “de enjundia” (animales grandes, claro). Pero, salvo los dichosos pelícanos, todo lo demás eran “bichos pequeñajos”. Por ello nos sentíamos decepcionados. Supongo que al ser pequeños nos llevaron por una ruta que no fuera demasiado peligrosa y por la que no transcurrían los animales grandes.

Pero el gran motivo de aquel viaje escolar era visitar la Exposición Universal de Sevilla. Al recordar aquella inolvidable y mágica jornada me parece como si hubiera sido ayer mismo. De hecho, tengo en la memoria bastantes recuerdos de entonces. Nada más desayunar nos llevaron en autobús hacía Sevilla. Quizá por la cercanía a Doñana, el día había amanecido con bastante niebla. Aunque poco a poco el sol fue haciendo acto de presencia, adueñándose del cielo, especialmente a nuestra llegada a la capital hispalense.
Yo ya sabía cómo era la EXPO92 por fuera. Por ello me hizo gracia escuchar los “¡hala!” pronunciados por mis compañeros de clase según íbamos acercándonos. Pero esa misma exclamación salió de mi boca cuando, minutos más tarde, entramos por una de las puertas y comenzamos a recorrer las diversas calles del recinto. Aunque no recuerdo exactamente qué pabellones visitamos, si puedo decir que los que más nos impactaron fueron el de Hungría (especialmente por lo bonito que era...o es, porque desde 2007 es Bien de Interés Cultural), el Pabellón del Futuro, El Pabellón de la Navegación y el Pabellón de la Naturaleza. Fuimos también al Cine Alcatel que, según recuerdo haber leído más tarde, anticipaba, de alguna forma, el actual cine en tres dimensiones. De hecho, durante la película llevabas puestas unas gafas cuyas lentes eran de un color cada uno. Eran de plástico. Una de ellas era de color verde y la otra lente de color rojo. En aquel cine se proyectaba la película "Eureka: la Pasión por Conocer", que recreaba algunos de los hitos más importantes de los descubrimientos realizados por la humanidad desde la llegada de Magallanes y Elcano a Tierra de Fuego hasta el hallazgo de las Cuevas de Altamira o los viajes a la Luna.

Vista del Lago desde el Pabellón de España
Pero uno de mis favoritos ya desde este primer día en la EXPO fue el Pabellón de España. Además, como estaba junto al lago, era un lugar excepcional para ver tanto la cabagalta como el Espectáculo del Lago. Fue en su cine, conocido como Movimás (con capacidad para 162 personas) donde sentimos algo realmente impresionante cuando vimos la película "Vientos de España". Lo que más nos sobrecogió fue, sin duda,sentir que el asiento se movía. Te daba la sensación de estar realmente dentro de la película. Además, los objetos que aparecían daban la sensación de estar tan cerca de nosotros que extendíamos las manos para intentar cogerlos. Creo recordar que en ese vídeo aparecía un caballo blanco en el que tú (el espectador) parecía estar galopando a toda velocidad. Recuerdo alargar la mano como intentando tocar su crin. De hecho, según estoy leyendo en la Memoria General de la Exposición Universal Sevilla 1992 "El logotipo del Pabellón, convertido en globo, despegaba del Parque Nacional de Ordesa, para transportar a los espectadores por la geografía de España. En Lanzarote se volaba en ala delta y se cabalgaba a lomos de un dromedario. También se podía remar en una trainera en San Sebastián, peregrinar a Santiago de Compostela (1993 fue año Santo Jacobeo) y recorrer Granada en una carrera de caballos. Antes de aterrizar, al lado de los molinos de la mancha, cientos de niños esperaban al visitante. La película duraba once minutos (...) bajo el hilo argumental de una guitarra española se pasaban imágenes de la diversidad del paisaje español".
Seguramente la profesora quiso llevarnos al Pabellón de México, su país natal. Por lo que he podido leer recientemente, este pabellón aún tiene en su interior un cactus centenario que trajeron desde Mexicali, capital del estado de Baja California. Uno de sus principales atractivos, además, fue el poder hacer una fotocopia en color, algo que en 1992 constituía todo un gran adelanto tecnológico. También debió llevarnos a ver Andalucía de los Niños, una maqueta con edificios y lugares emblemáticos de esta comunidad autónoma que se convirtió sin duda en uno de los lugares favoritos de todos los críos que fuimos a la EXPO92. Fuimos también al Pabellón Siemens y al de la ONCE. En éste tuvimos la oportunidad de conocer el día a día de un ciego. Te cubrían los ojos y te llevaban por un recorrido que simulaba ser una calle con gente, un autobús donde tenías que subir y sentarte… y también tenías que realizar algunas otras acciones más que no recuerdo. Aunque no se trata de algo “bonito” ni “gracioso”, fue edificante realizar aquel recorrido. Conozco varias personas ciegas y debo admitir que les admiro. Cuando recuerdo el Pabellón de la ONCE tengo la sensación de que se me hizo eterno el rato que estuve caminando a ciegas, tenía ganas de salir de ahí cuanto antes para volver a ver con normalidad. Recuerdo que me chocacaba casi todo el rato y, también me caí alguna vez… por ello cada vez que veo a un ciego le observo con admiración y cariño. Aquella experiencia me marcó.

También visitamos el desaparecido Palenque, donde debimos ver alguno de los espectáculos que allí se ofrecían.  Hubo muchos eventos importantes eneste lugar, pero posiblemente lo más destacado fue la celebración de los Días Nacionales de cada país participante.  Después fuimos a comer al Jardín Americano. Sé que fue allí porque al ver las fotografías del lugar lo recuerdo perfectamente. Pese a su belleza, estuvo abandonado durante demasiado tiempo. Afortunadamente hace unos años se realizó una intervención para recuperarlo, pues fue uno de los lugares más hermosos de toda la EXPO, y eso que había mucha belleza concentrada en aquel lugar.

Otra vista del Lago. A la izquierda la Esfera Bioclimática
También estuvimos junto al Monasterio de la Cartuja y los pabellones adyacentes, pues recuerdo ver a unos tipos vestidos de corsarios, o de personajes del siglo XV por allí. Otro de los lugares que más me gustó fue la Plaza Sony. De hecho, otra de las imágenes más icónicas que tengo grabadas a fuego en mi memoria y que mayor cariño siento al recordarla sucedió meses después, cuando visité la EXPO  con mi padre. Se trata de un recuerdo que dura unos pocos segundos. Salgo con mi padre de uno de los pabellones que había junto a la Plaza Sony ¿quizá el Pabellón Plaza de África? al salir nos topamos con un gran gentío. Ese momento en concreto fue realmente mágico, con Curro “haciendo de las suyas”, muchos críos arremolinados en torno suyo, pidiendo emocionados hacerse una foto con él, gente vestida de mil maneras y formas (eran los 90… quizá la época donde la gente ha vestido de la forma más rara, encima era 1992, el año en que se pusieron de moda los pins y había gente cuya ropa apenas se veía por la cantidad de insignias que llevaban puestas). Los pabellones, las imágenes que emitían en aquel preciso instante a través del mítico Jumbotron, la música, los sonidos, el colorido, los olores... todo… como digo, la magia de ese momento quedó fuertemente grabada en mi memoria.  

Recuerdo también que aquel día monté con varios de mis compañeros de clase en el monorraíl (siempre que veo el capítulo de Los Simpsons no puedo evitar acordarme de la EXPO92), subimos también a los telecabinas, fuimos a la cabalgata, vimos en varias ocasiones a Curro e incluso estuvimos jugando con él.
En cuanto a la cabalgata, el director de Comediants, Joan Font, fue su creador. Quiso realizar una alegoría de "las diferentes fiestas y celebraciones que se celebran a lo largo de todo un año en un país del sur de Europa, en un país mediterraneo" (Memoria General Exposición Univesal Sevilla 1992). Pero, además de la cabalgata, había infinidad de espectáculos, tanto callejeros como en los pabellones. Por ejemplo Colombia y su autobús "La Chiva", que recorría el recinto con la música del Vallenato. O Suiza, con sus mimos, payasos, músicos y bailarines.
 
Ya por la noche fuimos a ver el espectáculo del Lago, que supuso el gran colofón a una inolvidable jornada. Como podéis ver en las imágenes, aquel espectáculo fue sencillamente mágico y sensacional. Personalmente, creo que cuando presencias ese tipo de espectáculos siendo un crío te impactan con mayor fuerza. Después fuimos al autobús para volver a Matalascañas. Aunque el conductor tardó en arrancar porque resultó que uno de mis compañeros de clase se había perdido y tardaron en encontrarle. Afortunadamente apareció sano y salvo. Estoy casi convencido de que se despistó junto al Pabellón de Galicia. Tengo el vago recuerdo de haberle visto por última vez junto a este pabellón. Debió despistarse y, por ello, se perdió. Por suerte, la EXPO92 contó con un grandísimo equipo multidisciplinar de trabajadores que no tardaban mucho en localizar a los críos que se perdían.

Vista nocturna del Pabellón de la CEE
Llegamos a Madrid con multitud de souvenirs de la EXPO92. En mi caso, por desgracia,no conservo ninguno, pues he vivido varias mudanzas y debieron perderse en alguna de ellas. Tan solo conservo un peluche de Curro con el que ahora juegan mis sobrinos. Por cierto, aún he visto en algún bar andaluz la típica máquina para que se monten los niños y en la que aparece Curro y, junto a él, hay un asiento para el niño. Aún funciona y cuando el crío sube a la máquina escucha “hola, soy Curro ¿Quieres jugar conmigo?”. Escucharlo supone un verdadero viaje al pasado. Como he dicho antes, recuerdo con mucho cariño este viaje a la EXPO de Sevilla al que acudí con mi clase del colegio. Ello pese a que tanto la profesora como mi compañero me hicieron sudar sangre, sudor y lágrimas para que aprendiera a atarme los cordones del zapato y a hacer la cama. En cuanto a los souvenirs, me hubiera gustado conservar uno que me traje del Pabellón de Galicia. Era como una especie de colgante que por las noches se iluminaba. Para ello, claro está, debía darle la luz solar durante el día. Era francamente curioso y, como digo, me da pena que se perdiese en alguna mudanza. Pero en fin, como franciscano, y estoico, que soy sé que el apego a las cosas materiales no es precisamente algo conveniente. Además, pienso que tampoco llegamos a ser del todo dueños de los objetos que, en alguna ocasión, han pasado por nuestras manos.

En agosto regresé a Matalascañas con mis padres. Habían alquilado una de las casas durante todo aquel mes. De hecho, varios matrimonios amigos suyos hicieron lo mismo. De esos matrimonios algunos tenían hijos más o menos de mi edad. Incluso uno de ellos era compañero mío de clase, por lo que había ido a la EXPO92 conmigo en mayo. Supongo que “los mayores” debieron adquirir pases de temporada o algo, porque durante todo agosto fuimos a la EXPO en numerosas ocasiones. De hecho, creo que no nos quedó ningún pabellón por visitar. Volvimos, además, al Cine Alcatel y al Movimás. Además, como novedad, en el Pabellón del Universo vimos otra película que tenía como tema principal el viaje al espacio. Sin embargo, se trata de algo que casi nadie recuerda aunque la Memoria General de la Exposición Universal lo menciona. Además, yo estoy seguro de haberlo visto. Como anécdota curiosa, recuerdo que mis hermanas me dijeron que el Pabellón de Madrid era “una mierda” (textualmente). Yo aún no había estado, por lo que uno de los días que fui con mi compañero de clase y sus padres pedí ir hasta ese pabellón (Cuando iba con mi amigo y sus padres solíamos madrugar. Después los míos se nos unían por la tarde). Cuando pasamos por el dichoso Pabellón de Madrid no me pareció para tanto la crítica que habían hecho mis hermanas. De hecho, siempre me ha gustado la robótica y me sorprendió mucho ver un robot que, aunque era muy rudimentario (y muy feo, por cierto) parecía estar diseñado para hacer bastantes cosas. No recuerdo qué hacía exactamente. Pero si recuerdo que los padres de mi amigo dijeron: “está muy bien montado este robot, el que lo ha diseñado es un genio”.

Monorrail y telecabinas en la EXPO92
 
Algo que me entusiasmó en estas visitas de agosto, y que no había hecho en mayo, fue poder bañarme en el recinto. Previendo el calor que hace en Sevilla en verano, los organizadores habían puesto infinidad de estanques para que la gente pudiera refrescarse. Aunque, eso sí, bañarse como tal tan sólo podíamos hacerlo los niños, pues las personas mayores no cabían. Eran estanques pequeños. Donde cualquiera, niño o mayor, podía refrescarse sin ningún problema fue junto a la Esfera Bioclimática (uno de mis rincones favoritos de la EXPO92) o, también, debajo de las numerosas pérgolas de las que caían chorros de agua que te refrescaban. Según la Memoria General de la Exposición Universal Sevilla 92 estas pérgolas "unían a través del tiempo el jardín árabe andalúz y la tecnología moderna, facilitando la percepción de una estética sugerente". 

De estas visitas en agosto, sin embargo, no recuerdo tantas cosas como de la jornada vivida en mayo con mis compañeros de clase. Supongo que influye el hecho de que fuéramos bastantes veces y que la memoria tiende a ser selectiva. Si recuerdo, no obstante, que algunos días prácticamente desayunábamos, comíamos, merendábamos y cenábamos en la EXPO. Recuerdo también que los días que iba con mi amigo y sus padres hasta allí me levantaba bastante temprano, así llegábamos pronto y nos cundía bien el día. Recuerdo también que mis hermanas solían ir a la EXPO Noche, donde había conciertos y la gente joven salía de fiesta. Como siempre han tenido mucha confianza en contarme las cosas, y aunque entonces yo fuera un enano, me narraban como había transcurrido esa noche en la EXPO. De hecho, uno de los lugares preferidos de los jóvenes debió ser la conocida como Descubriteca, una discoteca situada en los bajos del Pabellón de los Descubrimientos. Aunque también hubo otros lugares como el "Diez y 7", "Gente Guapa" o el "Kangaroo Pub". Éste último creo que era el favorito de mis hermanas. Pero también en el Palenque se ofrecían espectáculos nocturnos y hasta allí llegaban orquestas como la Passadena Roof Orchestra o la Glenn Miller Orchestra que hicieron bailar a los jóvenes durante aquellas veladas.
Un recuerdo curioso que tengo de alguna de estas visitas realizadas a la EXPO en agosto ocurrió cuando pedí una Coca Cola Light y tanto mis hermanas como los dependientes bromearon en plan ¿Para qué pide este crío eso? Debían pensar que tenía que haber pedido una Coca Cola normal. Total, luego adelgazaría jugando al fútbol. Pero simplemente me apetecía probarla, porque entonces era una novedad.

Visión nocturna de la EXPO92

Durante las visitas realizadas en agosto supongo que vi, además de los pabellones que ya conocía, otros como el Pabellón del Futuro, el Pabellón del Medio Ambiente, el Pabellón de la Energía, el Pabellón de las Telecomunicaciones y el ya mencionado Pabellón del Universo. Algunos de estos parecían realmente futuristas... de hecho, con la perspectiva de los veinticinco años que han pasado, algunas cosas se han cumplido (telefonía móvil, telecompra, videotelefonía o libros electrónicos). Del Pabellón del Futuro algo que me entusiasmaba era contemplar la maqueta a tamaño real (de sesenta metros de altura) de la lanzadera espacial europea Ariane 4. En este Pabellón, además, se ofrecía un espectáculo conocido como "La Aventura Cósmica" que seguramente sea la película comentada anteriormente. Me impactó tanto que, de hecho, fue una de las primeras veces que tuve la noción de que, en un Universo tan infinito, la Tierra no puede ser, ni mucho menos, el único planeta habitado.

La Exposición Universal de Sevilla, que había nacido para conmemorar el Quinto Centenario del Descubrimiento de América, fue clausurada el 12 de octubre. Recuerdo que aquel día sentí bastante pena. Vi la ceremonia de clausura por la tele y lloré al ver a Curro subiendo a las alturas, como despidiéndose. De hecho, aún me emociono al recordarlo. Recuerdo que le pregunté a mi padre ¿Qué va a pasar con los pabellones? Me dijo que algunos iban a desaparecer, que otros se los llevarían a sus países (el de Suecia, por ejemplo) y que unos pocos iban a sobrevivir. Escuchar esto me provocó mucha congoja. Quería poder volver a recorrer algún día aquel lugar que había sido tan mágico para mí.

Regresé a Sevilla once años después. Los padres de un amigo me invitaron a pasar el fin de semana en su casa. Le pedí a mi amigo visitar la Isla de la Cartuja, para volver a recorrer el recinto donde había tenido lugar la EXPO92. Lo cierto es que se me cayó un poco el alma a los pies. Si bien es cierto que algunos de los pabellones seguían en funcionamiento (por ejemplo el de Andalucía, el de Italia…) otros como el de la Comunidad Económica Europea (CEE, aún no existía la Unión Europea) evidenciaban el abandono más absoluto, al igual que el Palenque o la propia esfera bioclimática. Además había multitud de verjas que te impedían pasar de un lugar a otro. Tiempo después el propio Palenque y pabellones como el de la Santa Sede terminaron siendo derruidos. Recuerdo bajar del coche junto a la Esfera y sentir un nudo en la garganta al pisar aquel suelo. Recordaba estar en aquel mismo lugar viendo gente ir de un pabellón a otro, la Esfera funcionando, el monorrail... y en aquel momento, al ver ese mismo lugar tan vacío y abandonado no pude evitar sentir una profunda pena.
Como nota positiva, otros pabellones, que en un principio iban a ser efímeros, fueron declarados Objeto de Bien Cultural, por ejemplo el bello Pabellón de Hungría.
En esta visita de 2003 no vi el Jardín Américano, pero casi mejor no haberlo visto pues estaba totalmente abandonado. Aunque aquel regreso no fue demasiado positivo creo que mereció la pena pues al fin y al cabo los recuerdos de lo que viví allí nadie me los podrá arrebatar.

Una de las imágenes más icónicas de la EXPO 92
En cualquier caso, gracias al trabajo realizado durante los últimos diez años por personas como Alberto Martín, se han salvado muchos pabellones; otros, como el de la CEE, han sido restaurados y poco a poco la Isla de la Cartuja ha ido recuperado cierto esplendor, pues también se han construido numerosos edificios. De hecho, la Universidad de Sevilla tiene algunas facultades en varios de los antiguos pabellones de la EXPO92. Poco a poco van siendo subsanados algunos de los errores del pasado. Aunque, francamente, creo que fue un gran error perder cosas como el Palenque pues éste era uno de los lugares más emblemáticos de la Exposición Universal de Sevilla. En cualquier caso, cabe decir que Isla Mágica ocupa una buena parte de lo que fue la EXPO, por lo que quien quiera recordar como era este lugar en todo su esplendor no tiene más que acudir al citado parque temático. Más o menos conserva la estructura que tenía durante la EXPO92. 
De todos modos lo importante para mi no es tanto como se encuentra actualmente la Isla de la Cartuja como, sobretodo, los recuerdos de lo vivido allí. Tuve la inmensa suerte de vivir la Exposición Universal de Sevilla siendo un niño, algo que posiblemente ayudó a que este evento fuera realmente mágico para mí. Obviamente siendo de la edad de mis hermanas o mis padres también lo hubiera disfrutrado. Pero cuando eres niño vives todo con tal intensidad que la huella de lo vivido queda impresa en el alma, y por ello lo recuerdas con mayor cariño.
Sucedió en Sevilla, no  podía ser  en otro lugar. Junto con los Juegos Olímpicos de Barcelona, la Exposición Universal de  1992 fue una buena muestra de lo que somos capaces de lograr los españoles cuando trabajamos en equipo, de forma sinérgica y proactiva, por lograr un objetivo común. La EXPO92 quizá fue un sueño, pero sin duda alguna fue el sueño más hermoso que viví en mi tierna infancia. Lo he dicho antes. Aún me estremezco al recordar aquella escena: mi padre y yo saliendo de alguno de los pabellones cercanos a la Plaza Sony. Muchísima gente, llegada desde todos los rincones de la tierra. Numerosos críos arremolinados, dando saltos de alegría, junto a Curro y rogando por hacerse una foto con él. Música sonando ¿Quizá Vangelis y su 1492 Conquest of Paradise?... música acompañada por imágenes que eran proyectadas por las grandes pantallas del Jumbotron que llenaba aquella plaza y que, en cierto modo, recordaba a Nueva York. Me maravillo al recordar la cabalgata que tenía lugar todas las tardes.Y reconozco que cuando, pocos meses después, estuve en Disneylandia no me impactó tanto la cabalgata como cabría esperarse. Y se debió a que poco antes había estado en la EXPO de Sevilla. Me sobrecojo al recordar aquel espectáculo de luz y sonido junto al lago. Fomidable y realmente mágico. Especialmente para un niño como era yo entonces.


 Curro fue el gran amigo de los niños durante 1992

Volviendo a parafrasear a Kevin Arnold, recuerdo una Exposición Universal como tantas ha habido a lo largo de la historia. Con unos pabellones como otros cualquiera. Con unas calles como tantas otras calles, con sus monorraíles y telecabinas, como en tantas exposiciones (mismamente, en Zaragoza 2008). Con muchísima gente. Como tantos otros eventos. Pero… me maravillo al recordarlo. Aquello fue realmente mágico para mí, al igual que para tanta gente. Sucedió en Sevilla, en 1992 y, aunque pueda parecer que fue un sueño… fue toda una realidad. Quien lo vivió, puede dar fe de ello. Hoy se cumplen 25 años de aquello, y aún me emociono al recordarlo. Es más, veinticinco años después, he vuelto a ver el Espectáculo del Lago, gracias a Youtube, y me he emocionado viéndolo. Creo que aquel niño pequeño que era entonces sigue muy vivo dentro de mí.

Sucedió en Sevilla. Fue único e irrepetible. Nunca se ha vuelto a ver en España tanta ilusión colectiva como la que hubo en aquel mágico e inolvidable 1992. La Exposición Universal de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona fueron un ejemplo de lo que podría llegar a ser nuestro país si todos los españoles, independientemente de creencias, ideologías o rivalidades de cualquier tipo, nos uniésemos con la misma pasión con la que estuvimos unidosdurante todo aquel durante y que nos llevó a sorprender al mundo entero.

Sucedió en Sevilla. Tuve la gran suerte de vivirlo siendo un crío, lo cual ayudó a que fuese algo mágico para mí, algo que permanece grabado en oro en mi corazón. Y hoy quiero dar las gracias a todos los que lo hicieron posible. Pero, especialmente, a quienes trabajan por mantener vivo el legado de la EXPO92, pues ellos consiguen mantener vivo aquel sueño tan hermoso y su legado. Sucedió en Sevilla y Curro, su mascota, que sigue tan jugetona y traviesa como siempre, revolotea perennemente en nuestra memoria.

¡Gracias!

Algunos datos de interés y curiosidades:

Inauguración: 20 de abril de 1992. Clausurada el 12 de octubre de ese mismo año.  
Superficie: 650.000 metros cuadrados.

Asistencia: Hasta 41.814.571 de visitas. Superando los 36 millones de visitas previstos.  

Más de 4.000 metros cuadrados de superficie ajardinada en las Avenidas Internacionales. En el Sector Sur del Polígono de la Cartuja había 218 especies vegetales (80 árboles, 9 palmeras y 129 arbustos y plantas trepadoras), con u número total de 188.632 ejemplares.  

Países participantes: 108 (puedes consultarlos AQUÍ). Cada pabellón contaba con restaurantes donde se podía probar la gastronomía de ese país. En los Pabellones Autonómicos lo mismo, con los platos típicos de esas tierras. También había restaurantes por todo el recinto.  
En total funcionaron 327 restaurantes (98 dentro de los pabellones y 229 fuera) y 296 tiendas (133 dentro de los pabellones y 163 fuera).

Miembros de la Familia Real Española y de otras familias reales visitaron el recinto durante la celebración de la EXPO, entre ellos el Principe Carlos y la Princesa Diana (Lady Di), el Principe Hassan y su esposa la princesa Sarvath, el Príncipe Naru Hito de Japón. Hasta la Cartuja también llegaron sesenta jefes de estado, entre ellos Lech Walesa y François Mitterrand. Pero también hubo jefes de gobierno entre los visitantes ilustres, entre los cuales me llama la atención la presencia del Cardenal Angelo Sodano por parte de la Santa Sede.

La gigantesca Esfera Bioclimática tenía 22 metros de diametro y su visión impactaba en la llamada Avenida de las Palmeras. Junto a las numerosas pérgolas, la Esfera contribuía a refrescar el ambiente en todo el recinto.   

Curro fue creación de Heinz Edelman, autor checo que ya había sido célebre por sus dibujos en la película de los Beatles "Yellow Submarine".

Aparcamiento mas grande del mundo 40.000 plazas de aparcamiento para automóviles y 2000 plazas para autobuses. 

Puentes construidos para vía de acceso: Puente de la Cartuja, Puente de la Barqueta, Puente del Quinto Centenario, Puente de las Delicias, Puente del Cachorro o de Chapina y Puente del Alamillo
Mayor alfombra tejida del mundo: Pabellón de Arabia Saudí.

Pasarela de aceros y soporte más larga del mundo.

Pantalla de vídeo Jumbotron: lo más novedoso hasta el momento en técnicas audiovisuales. 

Pabellón de Japón: edificio más grande del mundo construido enteramente de madera y sin utilización de clavos

Pabellón Venezuela: montado en apenas 13 horas.

30.987 espectáculos teatrales: Óperas, conciertos de todo tipo, teatro...
Algunos conciertos: Celtas Cortos, Sergio Dalma, Hombres G, Rosario Flores...

Diversas empresas colaboradoras que contaron con su pabellón: Cruzcampo, Alcatel, Siemens, Phillips o Fujitsu, entre otras que puedes consultar AQUÍ.

Actualmente se conservan 40 edificios de los 118 que se construyeron. Con lo que se ha reutilizado el 34% de los edificios. Algunos pabellones se encuentran en otras ciudades, o incluso países. Por ejemplo el de Aragón, en Zaragoza, o el de Suecia en Grythyttan. 

Bibliografía: Memoria General de la Exposición Universal Sevilla 1992.

Más información en: 

Web Expo 92 
Asociación Legado EXPO92

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