jueves, 5 de noviembre de 2015

La Sociedad Secreta de La Garduña: los illuminatis españoles

En unos días en los que me encuentro terminando de escribir el último capítulo del que va a ser mi primer hijo literario, quiero aprovechar para realizar un artículo sobre un grupo de personas que vivieron en España durante varios siglos y a los que tiendo a considerar como los illuminatis españoles. Me refiero a La Garduña, una sociedad secreta que pudo estar detrás, según algunos, de la creación de organizaciones mafiosas actuales como la Camorra napolitana.



Los orígenes

La vida en España durante la Edad Media fue muy diferente a la que conocemos hoy en día. La sociedad se organizaba en gremios, cofradías, hermandades, órdenes religiosas y militares, etc. Esto no se hacía así por capricho, sino que todos eran conscientes de que solo mediante el corporativismo podían buscar protección laboral, económica y sanitaria. Los españoles se organizaban en grupos sociales a menudo buscando fines comunes que tenían, por lo general, el bien por bandera. Quizá el mayor exponente eran las órdenes religiosas, algunas de ellas originarias de nuestro país, como los dominicos.

Sin embargo, a lo largo de toda la historia, siempre hubo personas que se aliaron para conseguir determinados fines mediante el uso de la violencia. Fueron los antecedentes de lo que hoy llamamos grupos terroristas y mafiosos. Tenemos en la Biblia el caso de los zelotes, fundados por Judas el Galileo, un movimiento político-nacionalista que se consagró como la facción más violenta del judaismo de la época, llegando a recurrir a la violencia y el asesinato para conseguir sus fines. Hoy en España nos parece increible que una banda de terroristas, ETA, perviviera durante décadas asesinando y extorsionando. Pero los etarras no han sido, ni mucho menos, el grupo criminal más longevo de nuestra historia. La Garduña mantuvo su sistema criminal de un modo perfectamente organizado y estructurado durante más de cuatrocientos años.


Su Historia

La Garduña nació hacia 1412 en torno a las fraternidades criminales y alcanzó gran poder y extensión. Su organización funcionaba de modo semejante a mafias modernas como la mencionada Camorra. Estaba impregnada de secretismo, esoterismo y ritos iniciáticos. Entre sus miembros había gobernadores, jueces, alcaldes e incluso directores de prisión. Disimularon ser una orden religiosa y se arrogaron el derecho divino a robar y asesinar. No tenían documentos escritos ni estatutos sino que las normas se comunicaban a través de la iniciación y las elevaciones de grado. Traicionar dichas normas, no escritas, se pagaba con la vida. Entre sus delitos se encontraban raptos, violaciones, secuestro de niños, desvalijamiento de diligencias y cortijos, petición de rescate tras secuestros, falsificación de moneda y asesinato por encargo.

Los organismos judiciales y policiales de la España del siglo XV eran, en muchos casos, corruptos (lo que, por cierto, llevaba a muchos reos a solicitar ser juzgados por la Inquisición, pues tenía fama de ser más benévola y justa que los tribunales ordinarios). Algunos jueces admitían sobornos por parte de los delincuentes y era común que durante las persecuciones hacia judíos y moriscos, ambos estamentos se vieran enriquecidos gracias al pillaje realizado por los delincuentes. Esta circustancia era propicia para la delincuencia y muchos jefes de bandas criminales supieron aprovecharlo. Fue una situación que propició el nacimiento de la Garduña en Toledo. A finales del siglo XV la Hermandad se estableció en Sevilla, ciudad que suponía el puerto de entrada para todo lo que provenía del nuevo continente (oro, gemas, etc.).

Pocas décadas después trece hombres, elegidos entre bandidos famosos y funcionarios corruptos, establecieron la jerarquía de una sociedad secreta que, al igual que tantas otras, funcionó mediante códigos y contraseñas que servían para anunciar a los suyos las acciones que debían realizar y, también, para poder transmitir mensajes a todos los miembros de la hermandad, incluso los que que estuvieran presos. Dos siglos después la Garduña estaba presente en Madrid, Sevilla, Toledo, Valencia, Jaén, Málaga y Córdoba, amén de tener colaboradores en otras ciudades españolas. Desde el siglo XV hasta principios del siglo XIX se dedicaron a sobornar a gobernadores, alcaldes, jueces y hombres importantes que formaban parte de los diferentes estamentos de la sociedad de la época. Se ha llegado a afirmar que en el siglo XIX La Garduña estaba formada por 26.000 miembros entre hombres, mujeres y niños, aunque ciertamente se trata de un número desmesurado que posiblemente tenga más cariz legendario que el más minimo poso de realidad. Nuestro escritor más universal, Miguel de Cervantes, en su Rinconcete y Cortadillo, da cuenta de la base de la Garduña Sevillana, en la que integra a Monipodio, la prostituta Cariharta y otros personajes.



Organización de La Garduña

La estructura de esta sociedad secreta, era piramidal, al igual que sucede con las demás sociedades secretas. Había cinco niveles, que iban de abajo hacia arriba, en los cuales se podía ascender gracias a méritos y diversas pruebas iniciaticas.

  1. Los soplone o fuelles, constituían la base de La Garduña. Informaban de dónde, cuándo y, sobre todo, quién debía ser la víctima del delito. Las mujeres podían formar parte de esta base, eran las llamadas sirenas. Se dedicaban a seducir a las víctimas con el fin de averiguar donde escondían sus bienes y cualquier tipo de información que pudiera ser del interés de La Garduña.
  2.  El segundo nivel de la piramide "garduñil" lo constituía el grupo de los acompañantes, compuesto por los floreadores (gérmen de los actuales carteristas) y los punteadores. asesinos que mataban y y robaban a sus víctimas. En este nivel se encontraban también los guapos, espadachines de gran pericia que servían a La Garduña en duelos y lances varios. 
  3.  Quienes formaban parte de este nivel fueron los creadores del "impuesto revolucionario". Denominados los postulantes. Eran los encargados de pagar "la protección" de los negocios. 
  4. Los capataces, también llamados maestros y/o ancianos, eran quienes regían La Garduña en las diferentes provincias donde se encontraba presente. Se encargaban de organizar los crímenes y también del buen funcionamiento interno de la sociedad secreta. Entre los capataces, supuestamente, se encontraban jueces, altos cargos y miembros corrompidos de la alta burguesía.
  5. El Hermano Mayor, que solía ser un alto miembro de la burguesía, era quién se encontraba en la cúpula de La Garduña, ejerciendo el control de esta sociedad secreta tanto en nuestra península como en las colonias españolas. 
En La Garduña era bienvenido todo aquel que quisiera dedicar su vida al servicio de esta sociedad secreta. De hecho, todo hombre valiente, de buena vista y buen oído, que fuera agil de manos y pies, corto de lengua (que no fuera un delator), expedito al resolver situaciones y pudiera servir o bien indicando buenas operaciones o bien facilitando los medios para llevarlas a cabo, podía formar parte de la sociedad. Cómo distintivo, todos sus integrantes llevaban tres puntos tatuados en la palma de la mano, algo que facilitaba que se reconocieran entre sí.
El grupo de Las sirenas, estaba constutido en su mayoría por mujeres que habían padecido por causa de la Justicia y pasaban a ser amparadas por La Garduña. También se dedicaban a ocultar y vender objetos que la Hermandad tuviera en su poder. Servían a sus hermanos en cuerpo y alma. Otro grupo de mujeres, las coberteras, servían como cepo para los diversos golpes de la sociedad secreta.



Esta sociedad secreta, precursora de los actuales grupos mafiosos, tuvo durante cuatrocientos años un gran poder en nuestro país debido, en gran parte, a la influencia que, mediante el soborno, ejercían en quienes estaban al frente de la sociedad. En muchas ocasiones, incluso, se revistieron con el cariz de órden religiosa para realizar sus fechorías, motivo por el cual se les ha emparentado con la Inquisición, aunque en realidad ambos grupos eran muy diferentes. Si bien es cierto que los miembros de La Garduña se hacían pasar por colaboradores de la Inquisición con el fin de robar a judíos y moriscos, conscientes de que estos grupos sociales gozaban de mayor poder económico que la mayoría de los cristianos y, además, estaban mal vistos por la sociedad, con lo que facilmente sus delitos podían quedar impunes.

¿Relación entre La Garduña y la mafia italiana?



Si bien es cierto que la organización de La Garduña funcionaba de modo semejante a mafias modernas como la Camorra, en realidad la supuesta relación entre ambas forma parte de una vieja leyenda, según la cual, las mafias italianas habían sido creadas por Osso, Mastrosso y Carcagnosso, tres caballeros españoles, miembros de La Garduña, que vivieron en el siglo XV. Tras vengar con sangre el honor ultrajado de una hermana huyeron de Toledo y se refugiaron en Favignana, cerca de Sicillia, donde vivieron casi treinta años. Cuando se separaron difundieron las reglas sociales y el código de la Garduña por Sicillia, Calabria y la Campania. Osso, quién se quedó en la isla, es el mítico fundador de la Cosa Nostra mientras que Carcagnosso habría dado origen a la Camorra en Nápoles, que entonces formaba parte del Reino de Aragón. Mastrosso, por su parte, tras atravesar el estrecho de Messina se estableció en Calabria donde creó la 'Ndrangheta.

No obstante, la historia afirma que en realidad el origen de las mafias italianas modernas fue otro, perfectamente documentado por los historiadores italianos. En el siglo XIX aparece en Italia la figura de los gabelloti, recolectores de impuestos, que administraban las propiedades de los aristócratas recibiendo a cambio un porcentaje de las cosechas adquiridas. Con el fin de que sus sus ganancias aumentasen, dividían las tierras y arrendaban pequeñas porciones a los campesinos, quienes a su vez otorgaban a los gabelloti un porcentaje de la cosecha. Poco a poco estos personajes fueron viendo como aumentaba su poder y se volvieron cada vez más corruptos y comenzaron a extorsionar a los labriegos. Pero no se conformaron con ello, sino que se dedicaban a confiscar pastizales destinados a dar de comer al ganado y, además, organizaron grupos de ladrones. Son el antecedente directo de la mafia y sus prácticas fueron imitadas en las regiones más pobres del país. Según Miguel Alfonso Campos, muchos historiadores afirman que algunos miembros de la cúpula de La Garduña huyeron a Nápoles, ciudad donde se reorganizaron dando orígen a la Camorra italiana. Si leemos entre líneas lo que la historia nos cuenta, quizá lo que parece una coincidencia (final de La Garduña y nacimiento de la Camorra) tenga alguna base de realidad.


El final de una sociedad secreta legendaria

Hasta el siglo XIX las normas y directrices de La Garduña circulaban entre los miembros de la sociedad sin que quedasen plasmadas en ningún documento escrito. Sin embargo, los últimos Hermanos Mayores, decidieron que debían plasmar por escrito sus "hazañas" para poder ser recordados.  El final de La Garduña no se debió a una investigación policial o judicial hacia un grupo de mafiosos. En realidad, el motivo fue un tema bastante escabroso. En agosto de 1821 se hallaron en una casa sevillana los cadáveres de María de Guzmán y de tres hombres que habían violado y asesinado. Según confesó el dueño de la casa, que era un personaje influyente, los tres secuestradores habían violado y asesinado a María de Guzmán sin que se lo hubiera autorizado su jefe. Este, al ver que desobedecieron sus órdenes, les asesinó. Pero, teniendo en cuenta que La Garduña había asesinado, violado, extorsionado, durante cuatrocientos años ¿Qué tenía este crimen de diferente con respecto a otros? En los registros realizados en el domicilio apareció, parece ser, un manuscrito que resultó ser la crónica de La Garduña, también conocido como "Libro Mayor". Reunía estatutos, cuentas económicas y actas de las tropelías realizadas, entre las que se encontraban raptos, asesinatos y robos cometidos por miembros de La Garduña. Se llegó hasta el fondo del asunto y un grupo de cazadores, bajo las órdenes de Manuel Cuendías, detuvo a veinte miembros de la Hermandad, dieciseis de los cuales fueron ajusticiados en la Plaza Mayor de Sevilla en noviembre de 1822. Entre ellos se encontraba Francisco Cortina, el Hermano Mayor de entonces, quién fue acusado de asesinato por Manuel de Cuendías.





Dudas sobre su existencia

Hay serias dudas entre los historiadores acerca de la existencia de La Garduña. La principal es la carencia de fuentes fiables que lo confirmen. En algunos textos, como la mencionada obra cervantina "Rinconcete y Cortadillo", se hace referencia a esta Sociedad Mencionando los Archivos de Toledo y Sevilla como lugares donde se encuentra la documentación que parece constatar que la Hermandad realmente existió. No se ha podido encontrar ningún dato que pueda corroborarlo. No obstante, si hacemos caso a lo relatado por el gran escritor, este conoció en la cárcel a un personaje real que formaba parte de La Garduña.  Según Julio Caro Baroja, La Garduña era el sinónimo de la germanía sevillana del Siglo de Oro, es decir un estilo de vida (de mala vida) compartido por delincuentes que en el siglo  XIX se convirtió en una especie de folletín influenciado por la existencia real de sociedades secretas en aquella España,. Entre ellas se encontraba la masonería y sus códigos iniciáticos. Víctor de Fereal, que había escrito sobre la ejecución de Francisco Cortina en un libro sobre la Inquisición, era según Caro Baroja el seudónimo de Madame de Subervie o Suberwick. Victor de Fereal, en su libro, recogía anotaciones de Manuel Cuendías, un liberal que vivió en tiempos de Riego. Aunque esta teoría no parece del todo cierta pues, según se cree, la propia Madame era, en realidad, el seudónimo de otra autora francesa de nombre desconocido. Con lo cual esta teoría desacreditadora de La Garduña parece un bucle de dificil resolución. En cualquier caso, se cree que los documentos intervenidos a La Garduña fueron entregados a la escribanía criminal de Sevilla el 15 de septiembre de 1821, tal como dijo Manuel Cuendías. En 1918 un incendio arrasó la Audiencia Territorial de Sevilla, desapareciendo para siempre todos los legajos que soponían las únicas pruebas que podrían documentar la existencia de la sociedad secreta.

 Por otra parte, hay investigadores que afirman, sin ningún tipo de duda, que La Garduña realmente existió. Por ejemplo Georg Simmel, sociólogo alemán, o Enzensberger, quienes defendieron el impacto que la Hermandad tuvo en las sociedades secretas. También el propio Manuel de Cuendias, historiador y policía, da cuenta de su existencia asegurando que el Hermano Mayor tuvo gran influencia dentro del Imperio Español. Se cree, además, que en 1476 surge la Santa Hermandad, posiblemente primer cuerpo policial organizado de Europa, con el fin de acabar con el poder de La Garduña y otros grupos criminales. La Santa Hermandad fue instituida por Isabel la Católica en las Cortes de Madrigal unificando diferentes Hermandades que se dedicaban a proteger a los ciudadanos de los reinos cristianos desde el siglo XI.



No obstante, como colofón, cabe decir que, si bien es cierto que no existe constancia escrita sobre La Garduña, más allá de la obra de Cervantes y algún otro texto, no es causa suficiente para negar la existencia de esta hermandad del crimen. Incluso si, como parece, funcionaba como una sociedad secreta, no es de extrañar que, efectivamente, carecieran de documentación escrita. La duda está en saber qué ocurrió con el libro hallado en casa de Francisco Cortina. Parece que se trata de uno de esos libros considerados como malditos, un libro del que se ha oído hablar pero cuyo paradero se desconoce. Quizá, y es opinión de quién esto escribe, el libro en realidad era el propio Cortina, quién pudo confesar ante la policía como funcionaba La Garduña y las fechorías que cometían. Si es plausible pensar que el fenómeno del bandolerismo viniera desde bastante antiguo y, quizá, pudo existir algún grupo, o algunos grupos de bandoleros, que se identificasen a símismos como miembros de La Garduña, quizá sabedores de que este nombre causaba estremecimiento en la sociedad de la época. De hecho, durante todo el siglo XIX estuvo latente la leyenda de La Garduña. En 1857 el ministro de Gobernación de entonces, declaró que "los bandidos andaluces forman una vasta y formidable asociación que  es preciso extirpar con energía”. En Castilla había organizaciones bandoleras formadas por delincuentes portugueses que se dedicaban al pillaje y robo en iglesias castellanas. En 1865 el diario "El Universal" hablaba de un grupo de secuestradores cuyo Comité Directivo estaba formado por personas de importante rango y que tenían por jefe a un presbítero.

Quizá, como dice Javier Coria, en la historia de La Garduña se entremezclan mito y realidad. Los bandoleros y, en general, las organizaciones de maleantes existieron realmente. En muchos casos tenían una estructura organizativa de marcado caracter sectario. También es cierto que en el Diccionario de la Real Academia Española se define "garduño" como "ratero que hurta con mafia y disimulo". Además, en Sevilla se conoce "Garduña" como asociación de malhechores. Por ello da la impresión de que en el inconsciente colectivo perdura el recuerdo de algo que en realidad existió. En cuanto a Cortina, efectivamente fue detenido por ser el propietario de la casa donde se cometió el crimen y, además,  fue declarado culpable. Por ello, igual que hace este autor, creo que es conveniente dejar que tú, querido lector, saques tus propias conclusiones sobre si La Garduña realmente existió o si se trata de un mito que oculta un poso de realidad.

Fuentes:

La Hermandad del Mal: La Garduña 

La Garduña: Sociedad secreta de delincuentes 

La Garduña, temible sociedad secreta

Sociedades secretas:La Garduña 

Sociedad Secreta La Garduña

Leyenda de La Garduña como creadora de la Mafia Italiana 

Sociedad Secreta La Garduña de Toledo 

La Garduña: La conspiración de los marginados