lunes, 10 de agosto de 2015

En la actitud está la clave para tener una vida de éxito


¿Por qué hay personas que siempre son felices y otras, en cambio, se sienten tristes y desdichadas? es una cuestión que en más de una ocasión, probablemente, nos hayamos planteado. Es posible que uno mismo se sienta identificado con el segundo tipo de personas. Se trata de una circunstancia que puede llevarnos a experimentar malos sentimientos hacia quienes vemos que experimentan esa felicidad (envidia, resentimiento...). Puede ocurrir que haya momentos en nuestra vida donde somos incapaces de ver la botella medio vacía. Se trata, sin embargo, de un hecho en el que influye notablemente la actitud que mostramos hacia nuestra propia vida y/o con aquellos con los que nos encontramos a diario. Como familiares, amigos, conocidos o desconocidos. Pero, para ello, hay remedios con los que uno mismo puede trabajar en el día a día y conseguir salir adelante. Me refiero, claro está, a aquellos casos en los que no haya heridas psicológicas y emocionales que requieran de ayuda profesional.

Hoy voy a escribir algo sobre la actitud, un aspecto que considero esencial y sobre el que he reflexionado en más de una ocasión a lo largo de mi vida. Veamos primero que significa esta palabra: "Forma de actuar de una persona, el comportamiento que emplea un individuo para hacer las cosas. En este sentido, se puede decir que es su forma de ser o el comportamiento de actuar".  Se trata, por tanto, de aquello que define la percepción que los demás tienen sobre cómo es uno mismo. Gracias a nuestra actitud, quienes se encuentran con nosotros, pueden saber si estamos alegres o contentos o si somos pacientes o impacientes. En definitiva, se hacen una idea de nosotros más o menos cercana a la realidad. Quizá no la más exacta (pues todos podemos tener un mal día), pero seguramente si la más objetiva.



Como muchos de vosotros sabéis, pasé por una fuerte depresión de la que salí adelante en 2012. Ya escribí algo sobre ello. Cuando pienso en aquella época me doy cuenta de que estaba enfocando mi propia vida de un modo erróneo, estaba teniendo una actitud vital equivocada. Hasta entonces no sólo me había sentido víctima por haber sufrido acoso escolar en el colegio, sino que me sentía fracasado porque no iba a ser sacerdote, que era lo que entonces deseaba. Hubo una frase que me ayudó mucho en aquel momento. Me la dijo un primo mío. Estábamos hablando sobre que, quizá, había sido un error que yo entrara al Seminario. Fue entonces cuando me dijo que "los errores no existen, son circunstancias vitales que ocurren para ayudarnos a crecer". Pasé un tiempo reflexionando sobre ello y me dí cuenta de que, efectivamente, suele ser así. No solo no fue un error entrar al Seminario sino que, además, tenía que vivir esa experiencia que me enseñó como se forma un sacerdote y también, debo admitirlo, muchos aspectos de la Iglesia que hasta entonces desconocía. Fue una experiencia que me enriqueció, notablemente pues tanto la teología como la filosofía son herramientas que te ayudan a crecer como persona. De ahí que sean ciencias humanísticas: las humanidades forman al ser humano interiormente. Pero, en definitiva, me dí cuenta también de que no tenía bien puesto el foco hacía aquello que realmente quería hacer con mi vida. Me obstinaba por ser algo que no era para mí. Esto me causó mucho sufrimiento. "Conocete a tí mismo", enseñaban los antiguos griegos. Eso es lo que hice. Pasé horas y horas reflexionando conmigo mismo, visualizando toda mi vida, los sueños que tenía de pequeño, lo que me gustaba hacer entonces y, poco a poco, fui siendo consciente de las dos cosas que me entusiasman: El estudio de la Historia y escribir. Así es como pude conocerme a mí mismo de verdad. Fue entonces cuando puse el foco en otra dirección y realicé un Máster en Historia y otro en Periodismo. Al mismo tiempo escribía en este blog y, más recientemente, fui haciendo pequeñas colaboraciones en otros blogs. Hoy, tres años después de superar aquella depresión, creo que soy una persona sana emocionalmente, con una actitud positiva en la vida y en el día a día.

Pienso que todos debemos plantearnos el hacer introspección de cara a tener un mejor conocimiento de nuestra propia vida.-Ello contribuye a mejorar nuestra actitud y a tener más éxito en la vida. Con respecto a esto, conviene desmontar un mito ¿Qué es el éxito? Habrá quien piense que tener éxito supone ser rico materialmente e, incluso, ser famoso. Personalmente creo que el éxito, en realidad, consiste en vivir la vida cuidando tres aspectos básicos que están estrechamente ligados y nos ayudan a tener mejor actitud vital si los cuidamos: 1) salud, 2) relaciones familiares y sociales, 3) satisfacción del deber cumplido. 
- Salud: "Mens sana in corpore sano", enseñaban los antiguos romanos. Se trata de algo esencial. Buena alimentación es algo básico. Pero, también, debemos realizar una buena gestión de nuestras emociones y pensamientos. Tén un buen diálogo interior contigo mismo, quiérete un poco. Hay quien lee lo de "ama a tu prójimo" pero se olvidan del "como a tí mismo". La caridad empieza por uno mismo y, si no te quieres a ti mismo, si no te cuidas y respetas a ti mismo, es difícil que lo hagas con los demás. Al menos de un modo sincero. Te recuerdo, además, la importancia de hacer deporte. No sólo ayuda a tener buena salud física sino también emocional. Tanto porque te relaja como porque, al sentirte mejor físicamente, mejora tu autoestima.
- Relaciones familiares y sociales: El ser humano es un animal social. Necesita relacionarse con los demás y hacerlo de un modo sano. Salvo aquellos que, a lo largo de la historia, han tenido el don de vivir como ermitaños, viviendo en soledad únicamente acompañados por Dios, los demás necesitamos de esa relación con los demás. Especialmente con aquellos a los que nos sentimos más íntimamente unidos: familiares y amigos. Debemos esforzarnos por tratarles con cariño, dando lo mejor de nosotros mismos. Pero no porque esperemos ser correspondidos, pues eso supondría poner expectativas en los demás sin ser conscientes de que, como seres humanos, no son infalibles y nos pueden decepcionar. Hemos de tratarles tal como nos gustaría ser tratados: con cortesía y afecto, disfrutando los momentos de felicidad y perdonando sus errores. Se trata de vivir cada momento que estemos con ellos, de compartir esos ratos que pasamos juntos. Pero no debemos juzgar si su comportamiento es bueno o malo, pues eso no nos corresponde a nosotros. Simplemente Hemos de tratar de hacerles felices y, también, de serlo nosotros con su compañía. Cuando alguien nota que eres feliz a su lado al mismo tiempo él se siente feliz. Si eres creyente, reza por esas personas que consideras que obran mal, es mucho mejor esto que juzgarles. Juzgar no nos corresponde, porque tendemos a interpretar los hechos bajo nuestro propio prisma, bajo nuestros criterios y la forma de pensar que tenemos, por lo cual la realidad no siempre se corresponde con la impresión de un hecho que ha ocurrido. Además, juzgar conlleva desgaste emocional y psicológico como consecuencia de la negatividad que experimentamos al hacerlo.
- Satisfacción del deber cumplido: Necesitamos trabajar. Es un hecho. Lo necesitamos para tener un sustento económico. Pero, también, porque es algo que fortalece la dignidad del ser humano y, nuevamente, nos ayuda a crecer como personas. Hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar, como hacen algunas personas. Quizá en algún momento nos sentimos desalentados porque nuestro jefe no nos valora. Vuelvo a decir lo que en el apartado anterior. Hay que trabajar para tener un sustento económico, pero sin buscar que los demás nos lo reconozcan, porque eso puede hacernos desdichados. Trabaja para sentirte feliz con tú propia vida, no para buscar que los otros te valoren. Son humanos y pueden errar. Y, si eres creyente, ofrécele a Dios tu trabajo, porque él siempre lo valorará y es quien mejor te puede recompensar si le dejas actuar en tu vida.


Visualiza tu éxito. Luego ve y hazlo.

En definitiva, creo que la actitud es lo que marca la diferencia entre quien es una persona exitosa y quien no lo es. La persona de éxito tiene cubiertos y sanos estos tres aspectos, independientemente de si es rico materialmente o no lo es. Quien tiene carencias en alguno de ellos, o en todos, dificilmente puede llegar a tener éxito. Incluso aunque sea famoso y rico. Marilyn Monroe o Kurt Cobain eran ricos y famosos y terminaron sus días de la forma en que los terminaron. Claro, otros han sido ricos y famosos y han tenido una vida feliz. Pero porque se esforzaron por tener sanos y cubiertos esos puntos. Pienso que para ser exitosos debemos, por tanto, aprender a conocernos a nosotros mismos, siendo creativos y esforzándonos cada día por sacar la mejor versión de nosotros mismos. Piensa que el mundo es como un gran teatro y tú eres el actor principal. Actúa tal como te gustaría ser. Quizá no estás acostumbrado a sonreir: sonríe. Al principio te costará, pero, casi con toda probabilidad, la sonrisa te saldrá de forma natural sin necesidad de forzarla según la vayas practicando diariamente. Sonríe a tus familiares y amigos. Sonríe al camarero que te atiende en el bar o restaurante. Sonríe al compañero de trabajo o vecino con el que te encuentras en el ascensor. Si obras de este modo, tratando a los demás tal como como te gustaría ser tratado, verás como recibirás amabilidad y buen trato por parte de los otros ¿Qué hay personas que por mucho que te esfuerces no te corresponden? Recuerda: No juzgues, pide por ellos a Dios, si eres creyente, o esfuérzate por pensar algo positivo de ellos, siendo humilde con los demás.
Para terminar, sé consciente de que Roma no se construyó en un día. La Roma de Octavio Augusto no tenía nada que ver con la de Rómulo y Remo. Ni con la de Trajano. Te lo recuerdo: "Carpe Diem". Pero no de forma hedonista y egoista. Vive el momento siendo consciente de cual quieres que sea tu papel en el mundo, siendo positivo y agradable con los demás, siendo agradecido y sabiendo aceptar los consejos que puedan dar. No desdeñes el consejo de alguien porque te parezca demasiado viejo, demasiado joven o por cualquier otro prejuicio que puedas tener. Tienes dos grandes maestros: Tú mismo y todos los demás. De todos y de todo se puede aprender.Hay una frase sobre el sacerdocio que me encanta y se puede aplicar en esto de la actitud vital: Vive cada día como si fuera el primer día de tu vida, como si fuera el último día de tu vida, como si fuera el único día de tu vida. Se perseverante y esfuerzate día a día, momento a momento, en sacar esa mejor versión de ti mismo. Estáte atento a cada momento y circunstancia, sin juzgarlas, buscando siempre el bien y teniendo una actitud positiva y vitalista. Termino recomendándote algunos consejos que a mí, personalmente, me ayudan mucho: Reza, medita, lee y reflexiona.

Reza -Si eres creyente sabrás que la oración siempre nos purifica y mediante ella podemos podemos pedir a Dios por los demás. Para desearles el bien y para rogar para que el Señor sane aquello que deba ser sanado en esas personas. Esto, además, nos aleja de la negatividad a la que nos puede llevar el juzgarles. Recuerda, solo a Dios le corresponde juzgar.
Medita- Meditar no consiste, como erróneamente se piensa, en "dejar la mente en blanco". Meditar consiste en observar las cosas imparcialmente. Siendo consciente de aquello que ocurre a tu alrededor en cada momento, pero sin juzgarlo, simplemente observándolo. Consiste en dejar que la mente se relaje, que los pensamientos se relajen, concentrándonos en observar algo pero sin juzgarlo. Meditar es, por ejemplo, sentarse en un banco y observar a quienes pasan por la calle. O contemplando la naturaleza en medio del campo. O sentarse en una iglesia y permanecer durante un buen rato observando el crucifijo. Meditar es también rezar el Rosario. Pero, sobre todo, consiste en observar, en contemplar.
Lee- Especialmente, aquello que te ayude a crecer. Libros entretenidos pero, que al mismo tiempo, te lleven a la reflexión mientras los lees. Trata de identificarte con un personaje y pensar ¿cómo actuaría yo en esa situación? Por ejemplo 1984 ¿Cómo actuaría si yo fuera Winston? o El Quijote ¿Soy Sancho? ¿Soy Don Quijote? En caso de ser este último ¿Qué sueños (realistas) tengo y como podría llegar a conseguirlos? Lee también, a ser posible, sobre filosofía, teología, historia, astronomía... todo aquello que te lleve a adquirir cultura. Una persona culta suele ser, también, alguien con buena actitud vital.
Reflexiona-Te recomiendo que dediques momentos al día para reflexionar. Especialmente sobre tu propia vida. Por ejemplo por la mañana al levantarte y por la noche antes de dormirte. Por la mañana piensa en cómo quieres vivir ese día para sentirte feliz. Piensa en lo que vas a hacer, con quien te vas a encontrar y en cual es la manera más positiva de encarar esos momentos (sobre todo si prevés un encuentro desagradable). Por la noche lo mismo, pero analizando como ha sido el día. Siéntete dichoso y agradecido por las cosas que te hayan salido bien. En cuanto a las cosas que no hayan salido bien, no juzgues. Simplemente date ánimos y piensa en como puedes encararla positivamente en la siguiente ocasión. Reflexiona siempre con el objetivo de buscar la positividad en tu vida. Toma este consejo que una vez, hace ya muchos años, me dieron: Si eres creyente, en todo momento, en cada ocasión, ante cada hecho que ocurra o persona con la que te encuentres, piensa ¿Cómo actuaría Jesús de Nazaret?  Si no eres creyente puedes pensar también en algún otro modelo positivo que tengas para tu vida (un familiar, un amigo, un famoso, ect.,). Pero nunca trates de ser una copia de esa persona, pues cada uno de nosotros es único e irrepetible. Simplemente piensa ¿Cómo actuaría esa persona?? y trata de actuar de esa forma.  Pero, sobre todo, recuerda: en la actitud está la clave para tener una vida de éxito.