jueves, 22 de octubre de 2015

La muerte, el Carpe Diem y la motivación para mejorar personalmente

Cómo ya hice en mi artículo sobre las señales, vuelvo a aprovechar los mensajes lanzados por el gran periodista Iker Jiménez en su "Universo Iker" para realizar algunas reflexiones sobre algo en lo cual llevo tiempo pensando: la importancia de vivir, de verdad el momento, aprovechando cada minuto de nuestra vida, siendo conscientes de que así como vinimos desnudos a este mundo, del mismo modo nos marcharemos. En nuestro zurrón tan solo nos llevaremos el amor que hayamos sido capaces de dar y el amor que nos hayan dado. En esta ocasión Iker reflexionaba sobre el sentido de la muerte. Os invito a que escuchéis el programa. Los constantes aldabonazos que lanza el periodista vitoriano calan en el alma de un modo realmente potente. Os lo aseguro.

Cada día es una nueva oportunidad para crecer. Aprovéchalo

Desde pequeño he mirado al cielo preguntándome qué habrá sido de todos aquellos que han vivido en nuestro planeta azul desde la noche de los tiempos. Esas personas que con sus grandezas, también con sus miserias, poblaron la Tierra desde época inmemorial. He pensado mucho en grandes figuras como Octavio Augusto, Cristóbal Colón, San Francisco de Asís... en definitiva, personas cuyas historias, por diversos motivos, me impactan. Recuerdo también una reflexión de Carolina, una profesora que tuve en el colegio "¿Qué sentido tiene la vida si después no hay nada?". Estas personas siguen viviendo gracias a su legado. De Octavio heredamos todo lo que supuso el Imperio Romano: el Latín, las carreteras inspiradas en las vías romanas, el Derecho Romano, la literatura, el arte, organización política, militar e, incluso religiosa, sistema económico.... en fín, son infinitas aportaciones las que nos dio la civilización romana. Cristóbal Colón nos llevó al Nuevo Mundo, dio a Castilla la posibilidad de ser un gran Imperio, puso en relación a los europeos con esos americanos que, pese a la distancia geográfica y cultural, eran sus hermanos. San Francisco de Asís nos legó la forma más pura de abrazar el Evangelio, el modo de vida cristiana más auténtico, nos enseñó a sentirnos hermanos de toda la Creación. Son hombres que estuvieron atentos a las diversas señales que aparecieron en sus vidas. A Octavio le impulsaba el afán de convertirse en el hombre más poderoso de Roma y proseguir la obra de su querido padre adoptivo Julio César. A Cristóbal Colón le movía la determinación de realizar un viaje hasta las Indias aunque, y es mi teoría, quizá tuviera información privilegiada sobre el Nuevo Mundo (algún día escribiré sobre el llamado Prenauta). A San Francisco de Asís le movió aquella voz que en plena noche le llamó "Francisco, Francisco ¿Por qué buscas al siervo en lugar de al Señor?".

Tu vida no es fruto de la casualidad. Verdaderamente tiene sentido

Estos tres hombres no hubieran conseguido realizar sus sueños de no haber sido personas con los pies puestos en el presente, en el día a día. Y aquí llegamos al tema que hoy nos ocupa en este artículo. Siempre he tenido la impresión de que se ha confundido el verdadero significado del término "Carpe Diem". Solemos asociarlo a lo hedonista, al placer, al mero "pasarlo bien". Pero para mí es una frase que encierra algo más profundo que un mero "disfrutar el momento". De hecho, su verdadero significado es "Aprovecha el momento", entendiéndolo como "no malgastes el tiempo, aprovecha cada momento de tu vida para cumplir tus metas, para crecer como persona". Octavio Augusto, Cristóbal Colón y San Francisco de Asís supieron dar plenitud al Carpe Diem. Pero no lo hicieron en medio de borracheras, drogas o sexo. Bueno, Octavio y Colón estuvieron casados, así que de lo último algo tuvieron, pero de forma ordenada. En cuanto a San Francisco, antes de su conversión se divertía al modo mundano de los nobles de su época. Pero los tres renunciaron a los placeres inmediatos en pos de un logro mayor, para conseguir algo que diera sentido a sus vidas. Lo que quiero decir es que en cuanto tuvieron un objetivo vital, cuando se fijaron un camino a recorrer en su vida lo hicieron de tal modo que nada material pudo apartarles de su meta. Augusto quiso ser el primer hombre de Roma, el más poderoso, el fundador de un Imperio, y lo consiguió. Cristóbal quería zarpar rumbo a las Indias y consiguió convencer a los Reyes Católicos para realizar su sueño. San Francisco quería seguir totalmente al Señor y lo consiguió. Los tres fueron personas, por cierto, profundamente religiosas.

Seguramente te sorprenderá el título de este artículo. Es posible que te estés preguntando "Muerte y Carpe Diem ¿Qué tienen que ver ambas cosas? especialmente ¿Qué tienen que ver con la mejora personal?". Mi respuesta es: Todo.  Como muchos sabéis, soy madridista pero debo admitir que me gusta la filosofía futbolística de Diego Pablo Simeone, el "Cholo Simeone". Su "Partido a partido, jornada a jornada" yo lo extrapolo a "Momento a momento, minuto a minuto, hora a hora, día a día, aprovechando cada instante para mejorar". Me gustaría ahora hacerte una pregunta y que pienses brevemente, apenas unos segundos, en ella: ¿Has pensado que, quizá, mañana puedes estar muerto? No, no pretendo crear mal rollo, al contrario. Vivimos en una sociedad que se ha apartado tanto del sentido profundo de la vida, que nos aterra la sola mención de la palabra "Muerte" (Por cierto, la Hermana Muerte, como la llamaba San Francisco de Asís). Nos aterra tanto pensar en que podemos morir que, al mismo tiempo y sin darnos cuenta, estamos teniendo miedo a vivir. Hoy no sabemos vivir. Creemos que si lo sabemos pero, en realidad, pasamos las horas, los días, enfrascados en una rutina que realmente ni nos planteamos que pueda tener un sentido. Nacemos, vamos a la guardería, después al colegio, luego a la Universidad, trabajamos, nos jubilamos y después estamos muertos. Desde una mente puramente racionalista podríamos pensar, como se planteaba Carolina, "¿Para qué? ¿Qué sentido tiene todo esto?" En realidad tiene mucho más sentido del que somos capaces de concebir. Quizá, amigo lector, puedas pensar que todo esto es un sermón religioso. Nada de eso. Es, en realidad, filosófico. Ya los filósofos griegos hablaban de un Ser Supremo, un Creador que nos ha dado el gran regalo de la vida. Después vino Jesús de Nazaret y nos enseñó que ese Creador, al que Él llamaba "Abbá Padre" es Amor y que nos creó por puro Amor. Dios es Amor y somos, en realidad, un milagro suyo, somos el fruto de su pensamiento. Cada uno de nosotros. Dios ha pensado en nosotros desde la Eternidad, como decía el otro día un amigo recientemente ordenado sacerdote. Aquí viene la gran cuestión sobre la que quiero reflexionar: "El Amor es el nos lleva a aprovechar el momento para mejorar personalmente y que la muerte pueda tener verdaderamente sentido".

Debemos amar la Creación, con todo lo que ello supone


Todos soñamos con un mundo mejor. Queremos un mundo sano, que no exista el mal, que nadie pase hambre, frío o que ningún ser humano sufra. Pero muchas veces caminamos por el mundo sin darnos cuenta de un detalle esencial: Si quieres cambiar el mundo, primero debes cambiar tú. Cantaba Michael Jackson que lo fundamental era sanar al hombre del espejo. Es decir, si quieres que el mundo mejore, primero debes cambiar al hombre o la mujer que ves reflejada en el espejo cuando te lavas la cara al levantarte por la mañana. Me gustaría que, en esos momentos, te preguntases ¿Qué estoy haciendo para que ese hombre, esa mujer, mejore? ¿Realmente estoy convirtiendo mi vida en un continuo acto de amor? Si de verdad estás interesado en crecer personalmente, nunca estarás completamente satisfecho con la respuesta pues tu objetivo será siempre el de mejorar día a día. San Juan de la Cruz decía "Al atardecer de la vida nos examinarán del amor" ¿Por qué le cito? Muy sencillo: Si Dios es Amor y ha pensado en ti desde la Eternidad, si tiene un plan divino para ti (dentro del cual están esas señales que te manda para que logres tus sueños) evidentemente, para que tu vida tenga sentido, debes amar y poner pasión en cada cosa que hagas en tu día a día. Si de verdad quieres que tu vida tenga un sentido, no puedes vivir mediocremente. Tienes que amar, pero amar de verdad, a tus seres queridos y tu labor diaria en los estudios o el trabajo. Quizá piensas "Quiero mucho a mi novia/esposa/padres/amigos", pero pones cara avinagrada cuando te contrarian. Quizá disfrutas las posibilidades que te da el trabajo (aquello que puedes hacer con el sueldo que buenamente ganas) pero te disgustas cuando te encargan una tarea dura y fatigosa. Quizá sueñas con ser periodista, ingeniero o médico y eres feliz pensando en lo que harás cuando acabes la carrera, pero te fatigan los exámenes. Quizá quieres estar en forma, pero te quejas de las agujetas tras el entrenamiento. Y, mientras, pasa la vida y piensas "Algún día lo haré. Algún día seré feliz". Te marcas metas pero, al mismo tiempo, las vas postergando. Llegará enero, te plantearás objetivos para el nuevo año y, cuando llegue marzo, se te habrán olvidado. Y pensarás "Algún día..." Por eso hoy te digo, amigo lector, que el momento para lograr tus sueños, tus objetivos vitales, para mejorar como persona en todos los aspectos es ¡AHORA!

Cuando te miras al espejo ¿Estás contento con la persona que ves?

Si de verdad quieres que en tu vida deje de gobernar la mediocridad, el tedio y el sin sentido es AHORA cuando tienes que poner la solución. Sé consciente de que eres mortal y tu vida dura un instante. No vivas viendo pasar la vida sin más. Has nacido porque Alguien ha pensado en ti desde la Eternidad. Por eso debes aprovechar el momento presente. Debes hacer realidad en tu vida el Carpe Diem. Destierra el "Algún día lograré..." y ponte desde AHORA a trabajar por conseguirlo. La constancia debe ser tu compañera de viaje pues Roma no se construyó en un día. Decía en otro artículo que en "En la actitud está la clave para tener una vida de éxito". Si Octavio Augusto, Cristóbal Colón y San Francisco de Asís consiguieron sus objetivos fue precisamente porque tomaron conciencia de cual era su objetivo vital y se pusieron a trabajar día a día, con una actitud constante por mejorar. Eran mortales, personas normales como tu y fueron conscientes de ello. Pero los tres supieron ver el sentido trascendente de su periplo vital y lograron sus sueños prestando atención a las señales que se les iba presentando en su vida diaria. Trabajaron día a día, aprovechando bien el momento, conscientes de que un día iban a morir y querían dejar un legado a los demás.  Los tres pusieron amor en su trabajo. Octavio Augusto amaba Roma y convirtió una pobre ciudad de ladrillo en una urbe de mármol que fue la capital de un Imperio, la ciudad de la cual su amado padre adoptivo Julio César se habría sentido orgulloso. Cristóbal Colón amaba la navegación y, podríamos decirlo así, le apasionaba la aventura que emprendió. San Francisco de Asís amaba a Dios y, como sabemos, a toda la Creación, haciendo visible en su vida el amor que sentía por Jesucristo. Ninguno de los tres perdió el tiempo. Hoy se suele usar el término "procrastinación" referido al postergamiento de las actividades. Es decir, podemos caer en la tentación de pensar "Debo trabajar/estudiar pero primero voy a hacer esto que me apetece más". Quizá a Octavio Augusto le hubiera apetecido más pasarse la vida comiendo higos debajo de un árbol. Posiblemente Cristóbal Colón podría haber dicho, ante la negativa de los portugueses, "pues ya no me apetece navegar". A lo mejor a San Francisco le apetecía más irse a la guerra a combatir y haber seguido viviendo superficialmente. Pero los tres estuvieron atentos a las señales que se les presentó en sus vidas. Los tres tomaron conciencia de que algún día iban a morir y de cual era el motivo por el que habían nacido, aquello que daba realmente sentido a sus vidas.

Somos enanos a hombros de gigantes.

Me gustaría terminar este artículo animándote a pensar en esa posibilidad: Si mañana estuviera muerto ¿Qué sentido habría tenido mi vida? Aprovecha el momento. No postergues por más tiempo eso que te gustaría hacer y vas dejando para "algún día". No postergues por más tiempo tu deseo de crecer como persona, de ser más culto, de amar de verdad a tus padres, a tu pareja o a tus hijos. No postergues por más tiempo tu deber de estudiar o trabajar. Puede que te sea fatigoso, que a veces sientas enfado por mil y una circunstancias. Pero solo una cosa te vas a llevar de este mundo, recuérdalo: el Amor que hayas sido capaz de dar y recibir en esta vida. La pasión que hayas puesto en tus quehaceres diarios. De ti depende cómo te recuerden cuando te hayas ido de esta Tierra rumbo a la Eternidad. Aprovecha el momento. Vive cada segundo, cada minuto, cada día, cada hora, cada año poniendo amor en todo lo que haces, amando a quienes te acompañan en tu caminar vital. Muchos dicen "¿De qué me sirve amar si a mi no me aman?" Creo, sinceramente, que son necios. Lo son porque no han sabido comprender el verdadero sentido de la vida. Recuerda, al atardecer de la vida, nos examinarán del amor. Quizá te sientas desdichado porque hay quien no te ama, quién no te comprende, porque no te sientes valorado por los profesores o tu jefe. En esos momentos debes recordar aquello que te dije en algún artículo anterior: Son simples seres mortales, gente de carne y hueso, con sus debilidades y grandezas. Sé comprensivo con ellos y ámalos. Dios te ama tal como eres. Tu Creador es paciente contigo pese a tus debilidades. También lo es con los demás, pese a sus flaquezas. Por eso has de tener paciencia con ellos. Recuerda, solo te llevarás de esta vida el amor que hayas sido capaz de dar.

¡APROVECHA EL MOMENTO!

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