lunes, 9 de diciembre de 2013

Ban Ki Moon un dirigente muy criticado


Este risueño diplomático coreando, que en el pasado mes de abril realizó un saque de honor en el Bernabeu, aseguró que “Yo estoy aquí para desplazar a la pobreza y marcarle goles”. Con una camiseta blanca, el logo de la ONU por montera, saludó efusivamente al enfervorizado publico madridista, que coreaba su nombre como el de debía acabar con la pobreza. Sin embargo, como veremos, su mandato arroja luces y sombras por igual. 

Desde que en 2007 sucedió a Kofi Anan como Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), algunos de sus esfuerzos han ido dirigidos a reformar las Fuerzas de Paz de las naciones Unidos, tratar conflictos como el de Sudán o Siria. Fue también uno de los que con más fuerza denunció un calentamiento global del que, sin embargo, muchos científicos dudan. De joven destacó como alumno modélico, tenía gran dominio del inglés. Con solo doce años escribió a Dag Hammarskjold, por entonces secretario de la ONU, aunque se desconoce si dicha carta llegó a su destino. Sin embargo, quizá este pequeño detalle pudo influir en su posterior carrera, teniendo en cuenta que el cargo que ostenta no es precisamente de fácil acceso. Estudió en la Universidad Nacional de Seúl y posteriormente, en Harvard, sobresalió como discípulo aventajado del conocido teórico neoliberal Joseph Nye.

Escurridizo en las entrevistas es llamado “la anguila” en la prensa coreana debido a su habilidad para esquivar preguntas. Asegura que no pertenece a ninguna iglesia ni confesión religiosa, sin embargo se le relaciona con la Iglesia de la Unificación de Sun Myung-Moon, secta surcoreana. No ha aceptado expresarse sobre sus creencias pues, según dice, prefiere postergar ese debate para otra oportunidad. Solo se sabe que su madre era budista. Son muchas las voces que le acusan de establecer un nuevo orden mundial que tiene, como supuestos objetivos, terminar con la pobreza, el hambre, detener el sida o cuidar el medio ambiente. Sin embargo, se trata de algo poco creíble pues, si analizamos esta cuestión en profundidad, vemos que esas metas no se pueden cumplir pues la pobreza ha sido fomentada por una crisis económica artificial creada por prácticas neoliberales; detrás de algunas patologías se encuentra la propia Industria Farmacéutica (recordemos la gripe de 2009, en cuanto se dio salida a medicamentos a punto de caducar, que estaban en reserva, ya no se supo más de dicha enfermedad). En cuanto al ecologismo se encuentra financiado por las propias Corporaciones contaminantes teniendo, además, una fuerte ideología panteísta que forma parte del sincretismo religioso promovido ya desde las primeras décadas del siglo XX, con la Sociedad de Naciones. La ONU no es, por tanto, una mera institución política, sino un organismo que pretende establecer los fundamentos de un nuevo orden mundial a semejanza del “1984” de George Orwell, con un gobierno mundial y un “gran hermano” que vigile lo que hace el hombre, no dejando hueco a su libertad.
Es conveniente tener en cuenta estos antecedentes a la hora de conocer a Ban Ki Moon y lo que hace, o debería hacer, como Secretario de la ONU. Un reciente ejemplo es su afirmación de que malgastar la oportunidad para la paz en Siria, refiriéndose a la nueva conferencia de Ginebra convocada el 22 de enero, sería imperdonable. Se trata de una frase que tiene cierta carga de hipocresía, si tenemos en cuenta que en el conflicto sirio ha habido matanzas, como la ocurrida en mayo de 2012, donde murieron 32 niños. Estas muertes se debieron a un ataque perpetrado por soldados de una ONU que, en su lucha contra un dictador, ha establecido una alianza con fundamentalistas islámicos, debemos tener en cuenta que los propios cristianos sirios dicen que temen la caída de Al Assad.

Ban Ki Moon, que en teoría trabaja para todos los países miembros de la ONU tiene, como ayudantes más importantes a quienes representan los intereses de la OTAN, por ejemplo Lynn Pascoe, ex embajador de EEUU en Indonesia y vinculado con la CIA, igual que Gregory Starr, ex o Anthony Lake, es asesor de Seguridad Nacional de EEUU y que trabaja como Director Ejecutivo del Fondo de la ONU para la Infancia. No se entiende bien la relación entre seguridad nacional estadounidense y la infancia salvo, claro está, que tenga algo que ver con el control de la población mundial. Otros colaboradores son realmente llamativos, como Ellie Wiesel, quien ha participado en reuniones del FT (Marco Interinstitucional de las Naciones Unidas para la Coordinación de la Acción Preventiva, reúne a representantes de diferentes oficinas de la ONU). Uno de los trabajos de Wiesel, a lo largo de su dilatada vida, ha sido el asesoramiento a empresas sobre cómo informar a los empleados que van a ser despedidos. Parece que se busca defender a las Corporaciones y a los que rigen la economía mundial en vez de promover, entre otras cuestiones, que todo el mundo pueda tener un trabajo digno.

Por otra parte, Ban ha querido acallar aquellas voces críticas frente a algunas supuestas verdades oficiales, como la condena a Richard Falk, crítico con la versión  oficial del 11S. Este profesor jubilado de la Universidad de Pricenton, que tiene dudas sobre dicha versión, vio como Ban Ki Moon, influenciado por ciertas voces, como Hillel Neuer, condenó el 25 de enero de 2005 su retórica “incendiaria” mientras Susan Rice, embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, pedía que Falk fuera destituido. Tengamos en cuenta que el conflicto de Irak que se produjo a consecuencia de aquel atentado teniendo, como supuesto fin, encontrar unas armas químicas que nunca existieron. Lo cual lleva a dudar de figuras como Ban Ki Moon. Aunque por entonces no fuera Secretario General, ya se postulaba para ello. Pero también tuvo que hace frente a los críticos con su propia gestión, como ocurrió en 2010, cuando Inga Britt Ahlenius, que dejó su cargo de subsecretaria general de la oficina de los Servicios de Supervisión Interna, encargada de luchar contra la corrupción en la ONU, Criticó que Ban Ki Moon y sus colaboradores, socavasen la independencia de su oficina pues "Sus acciones no solo son deplorables sino seriamente reprensibles, no tienen precedentes y son gravemente vergonzosas", escribió en su memorando de 50 páginas. Según ella el secretariado de la ONU estaba en decadencia por su liderazgo deplorable y le acusó de que, en vez de ser defensor de la rendición de cuentas en la ONU, frustrase sus esfuerzos por contratar al personal en quien ella confiaba intentando, además, establecer una unidad controlada por el secretario general. Afirmó que “No hay transparencia, no hay depuración de responsabilidades. En vez de apoyar los controles internos, ha intentado controlarlos para minarlos”. Otra de las acusaciones fue el incumplimiento de la promesa de reformar la ONU reparando el daño que supuso el programa “petróleo por alimentos en Irak”. Este programa fue un fraude que permitió, entre 1996 y 2003 a Saddam Hussein vender crudo para financiar artículos de primera necesidad. Se acusó a determinadas personalidades y empresas de obtener petróleo de forma ilegal y dinero desviado del programa humanitario. Entre ellas Kojo Annan, hijo del entonces secretario general, quien trabajó para una empresa adjudicataria en Irak. Afirmó también que se ha reducido la relevancia de la ONU,  por ejemplo en situaciones como la salida forzada de las misiones de paz en Chad y el Congo “se nos ve cada vez menos como socios relevantes en la resolución de los problemas del mundo, lo que debilita las posibilidades de la ONU de cumplir su mandato”.

Otra crítica importante es la de María Cristina Rosas, profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. Esta investigadora mexicana, además de acusarle de tener poco carisma, dice que ha hecho poco por denunciar abusos en derechos humanos y el autoritarismo de países como China (que, por cierto, durante los Juegos Olímpicos de Pekín se dio una situación de hipocresía enorme). Recuerda igualmente su pasividad ante la crisis financiera internacional, carrera armamentista y otros problemas. También muestra dudas sobre su papel en Corea del Norte, pues no ha habido una transición política en este país tras la muerte de Kim Jon II y tampoco se ha intentado volver a involucrar a Pyongyang en la no proliferación de armas nucleares, o al menos no se habría hecho todo lo posible. Igualmente María Cristina tiene dudas sobre la actuación con respecto al programa nuclear iraquí (en 2012, sin conocer el reciente acuerdo entre EEUU e Irán). Juzga María Cristina que no parece que las potencias mundiales deseen un Secretario General “fuerte” que podría oponerse a sus intereses, por ello habrían conseguido elegir a un mandatario con escaso liderazgo y poca capacidad decisoria.
En 2009 tuvo también que defenderse frente a las críticas de Mona Juul, embajadora noruega ante la  ONU, quien también le acusó de carecer de carisma, ser débil e indeciso ante crisis humanas, ser un observador pasivo en el proceso contra la líder opositora birmana Aung San Suu Ky. El Gobierno noruego se desmarcó de estas críticas. El Secretario General se limitó a decir que no es agradable recibir críticas pero que le pueden ayudar a mejorar. Otra crítica importante es la de que no hay plazos ni medidas concretas, ni garantías para el medio ambiente. Se culpa a la ONU de no luchar contra las corporaciones contaminadoras y aquellos que destruyen el medio ambiente y se le reclamó que tenga más ambición a la hora de cambiar esta cuestión.

Pero no todo han sido críticas pues, cuando fue reelegido en 2011 hubo quien le elogió por su habilidad a la hora de movilizar a líderes mundiales en retos como el cambio climático, crispaciones económicas, pandemias y su interés más o menos real, en dar voz a la gente más pobre y en edificar puentes entre los países. Se ha elogiado su gestión durante la cumbre del cambio climático, o que una de las Metas de Desarrollo del Milenio generase 60mil millones en donaciones, especialmente en África y en la nueva Estrategia Global para la Salud de Mujeres y Niños. También se ha elogiado que en el 2000 se acercase a los líderes del G20 logrando consolidar un paquete de ayuda de un trillón de dólares para los países subdesarrollados, persuadiendo a los poderosos a comprometerse a proteger a los más pobres.  También se ha elogiado, con respecto al desarrollo de las mujeres que se busque la erradicación de la violencia contra estas, persiguiendo las violaciones e incrementando el número de mujeres en la ONU. Igualmente se ha valorado positivamente su actividad en la defensa de los Derechos Humanos, especialmente en Gaza, Guinea, Pakistán, Sri Lanka, Líbano o Camboya y movilizase la ayuda humanitaria tras los desastres de Myanmar, Haití, Pakistán.

Ban Ki Moon en agosto de 2010 se había defendido frente a las críticas catalogándolas como injustas. E insistiendo en que había dado plena autonomía a la Oficina de Supervisión Interna de Naciones Unidas asegurado que no podía aceptar que se dudase sobre su integridad o compromiso en la depuración de responsabilidades y afirmando que no espera que su estilo y política gusten a todo el mundo pero que es práctico y razonable. En cualquier caso, a la hora de analizar su papel cabe tener en cuenta que sus márgenes de maniobra son restringidos, pues depende de la voluntad de los 193 socios que integran las Naciones Unidas y de los cinco miembros del Consejo de Seguridad (EEUU, Rusia, Gran Bretaña, Francia y China).