jueves, 3 de mayo de 2012

En memoria de un buen amigo

Con mis amigos de Santoyo tengo amistad desde bien pequeño. Recuerdo cuando, al salir de misa, nuestras abuelas se juntaban para "echar una parlada" y nosotros aprovechábamos para jugar un buen rato. Sin embargo, con el núcleo de nuestra cuadrilla (los eternos Scorpions) empecé a ir con quince años pues antes mi presencia en el grupo era discontinua. Iba a jugar al fútbol con ellos pero poco mas.

Por entonces, en el colegio, sufría bullying. Ir a Santoyo suponía para mi un autentico respiro, era como si tras unos minutos debajo del agua sin poder respirar recuperase el oxigeno. En el colegio lo pasé mal y, por ello, cuando volvía al pueblo siempre me venía a la mente la siguiente frase "voy a Santoyo con el alma destrozada, vuelvo de allí con el alma reparada". Mis amigos de Santoyo obraban en mí un autentico milagro pues me ayudaban a regenerarme por completo y, gracias a ellos, pude sobrevivir. Por eso siempre les estaré eternamente agradecido.

Había entre mis amigos un chaval salmantino con el cual, aunque le recuerdo algo tímido, tuve muy buena amistad. Tenía nobleza de espíritu, era la típica persona que sabías que nunca te iba a defraudar, que siempre iba a estar ahí cuando le necesitases. Si mal no recuerdo era portero de balonmano y cuando venia a Santoyo jugaba de guardameta, se le daba bastante bien. De hecho aun me parece estar escuchándome a mi mismo en Melgar de Fernamental, cuando años después fuimos a jugar un torneo de 24 horas, diciendo "si estuviera Alvarito esto no hubiera pasado". Otro de mis grandes amigos de Santoyo es un gran portero, de hecho es el cancerbero del equipo de fútbol del pueblo, pero aquel torneo no pudo venir y Alvaro no estaba en Santoyo en aquellos días, por lo que el portero fue otro chico de la cuadrilla. El resultado fue que en los tres partidos que jugamos encajamos un buen numero de goles y yo dije aquello de que con el salmantino muchos de los goles se habrían evitado.

Tengo muchos otros recuerdos en los que aparece Álvaro. Por ejemplo cuando jugábamos al rescate por Santoyo los de la cuadrilla y las chicas. También ese verano en que se pusieron de moda las pistolas que disparaban bolitas de plástico y nos íbamos a Costacollaos a guerrear un poco. A mi la verdad lo de las pistolas no me iba mucho, a Álvaro tampoco así que, mientras los demás andaban pegándose tiros, nosotros nos poníamos a conversar. Me contaba cosas de Salamanca, yo le hablaba de Madrid, sobre mi historia en el colegio y recuerdo que siempre me daba alguna palabra de aliento, especialmente cuando se iba ya para su tierra.

No recuerdo exactamente cuando dejó de venir al pueblo. Pero me parece que hasta 2002 seguro. Siempre venía a Santoyo en la última semana de julio o en la primera de agosto. De hecho siempre que se acercaban esas fechas me ponía contento pensando "bueno, me imagino que ya pronto vendrá Álvarito". Si recuerdo que estaba presente cuando íbamos a merendar-cenar a la bodega, cuando nos reuníamos en "la cueva" o en la "mina", cuando empezamos a beber (y por tanto nos cogíamos las primeras borracheras...). Recuerdo especialmente el día del eclipse solar de 1999. La noche anterior habíamos estado bebiendo en "la mina" y nos fuimos todos a nuestras casas pronto para poder ver el eclipse y yo le decía a Álvaro "bueno tío, mañana creo que voy a ver doble" y me dijo "seguro que si descansas bien estarás despejado, ya verás", siempre con una palabra de ánimo. Yo creo que fue también en ese verano cuando estuve apunto de morir ahogado porque por entonces íbamos a bañarnos a la acequia. A alguien se le ocurrió que para que viniese mas agua podíamos poner unos maderos en la curva de la acequia y así lo hicimos. Esos maderos estaban puestos de tal manera que, aparentemente, por debajo se podía pasar buceando. Se me ocurrió probar y apunto estuve de ahogarme porque la cabeza no me cabía (el resto del cuerpo sí, se ve que soy muy cabezón jejeje) y tras un buen rato haciendo fuerza logré salir. Recuerdo a Álvaro preguntándome "tío ¿donde estabas?" y el resto mirándome con cara de extrañeza. La verdad que mis amigos de Santoyo siempre se han preocupado de mi bastante. Cuando me caía jugando al rescate, por ejemplo, me llevaban en volandas hasta la casa de mi tia tras haberme limpiado la sangre (normalmente de las rodillas o los codos) en "El Caño".
Fue gracias a mi cuadrilla por lo que aprendí a montar en bici. Todos ellos montaban en bici y me enseñaron. De hecho nuevamente recuerdo a Álvaro en alguna de las primeras vueltas que iba a dar en solitario por el pueblo diciendome ¿te acompaño? y se vinieron unos cuantos.
Con la bicicleta ibamos en ocasiones hasta el pueblo de al lado. También a un riachuelo cercano llamado el Berco a por cangrejos. Muy gratos recuerdos tengo de mi infancia y adolescencia en Santoyo, momentos por los que pagaría por tener un Delorean y, cual McFly, viajar hasta aquella época para revivir aquellos dias. 

Anteriormente he comentado que Álvarito dejó de ir a Santoyo a principios de la pasada década (no recuerdo si en 2001 o 2002, pero en esos años). Los motivos los desconozco. Debo decir que me arrepiento un poco de no haberle pedido el telefono pues siempre decía "tengo que pedirle el teléfono a Álvaro antes de que se vaya a Salamanca, así cuando esté en Madrid le llamo y durante el curso hablamos", sin embargo entre unas cosas u otras no se lo llegué a pedir. Pero si que, en los años siguientes, todos los veranos le recordaba y pensaba "bueno, ya pronto vendrá Álvaro, o eso espero" como dije al principio.
En julio de 2005 murió mi padre. Aquel verano estuve todo el tiempo en el pueblo. Recuerdo que alguien comentó "está Álvaro en Santoyo, pero dice que no le apetece salir ni ver a nadie". La verdad es que aquello me extrañó un poco pero pensé "bueno, sino tiene ganas que le vamos a hacer, en cualquier caso intentaré acercarme a verle y le pido el teléfono". Una tarde que paseaba con la galga de mis tíos fui por su casa y ví que su padre estaba metiendo una maleta en el coche. En ese instante Álvaro salió de su casa con un semblante que me pareció un poco raro aunque no le di mucha importancia. Tenía una expresión de profunda tristeza en la cara, se me quedó mirando un breve momento y bajó la mirada, reanudó la marcha para meterse en el coche. Duró como unos dos segundos aquel instante. Me extrañó que no me saludase sobre todo porque, tal y como he comentado, conmigo había tenido siempre bastante buen rato, pero sobre todo me impactó esa mirada de tristeza. Pero pensé que igual se había muerto un familiar o tenían a alguien enfermo y no le di demasiada importancia.

No volví a saber nada de él en un buen tiempo. También es cierto que no pregunté nada a nadie porque creía que los de la cuadrilla sabían poco, como yo. Aun así seguía esperando volver a verle algún día, incluso me dije a mi mismo "me voy a Salamanca y le busco". De hecho en 2008 pasé por Salamanca de camino a Portugal, donde iba de peregrinación con el Seminario. Sí, he sido seminarista y como uno de mis compañeros de curso, que había estudiado en aquella ciudad, nos llevó para que la conociéramos, de hecho se puede decir que fue un buen guia. Apenas estuvimos un día pues habiamos salido por la mañana de Madrid y aquella noche llegábamos a Portugal, pero recuerdo que iba por Salamanca fijandome en la gente a ver si veía a mi amigo e incluso pensando "si tuviera internet en el móvil ahora mismo buscaba su casa y le iba a saludar".
Por motivos que no vienen al caso salí de aquel Seminario en marzo de 2009. Unas pocas semanas despues me fui a Santoyo para pasar allí la Semana Santa. Una tarde estabamos en el "bar de arriba" tomando algo los de la cuadrilla. En un momento dado uno de mis mejores amigos y yo nos pusimos a hablar de algunos que en el pasado habían veraneado con nosotros y ya no habían vuelto a venir. Fue entonces cuando le comenté "me gustaría volver a ver a Álvaro el salmantino" y me dijo "Pues como no le veas bajo tierra...". Al principio pensé "¿Se habrá metido a minero? ¿Estará trabajando en el metro?". Claro, no podía imaginarme otra cosa. Pero cuando le pregunté por que me había echo ese comentario me dio la trágica noticia "murió hace tres o cuatro años". No me lo podía creer, mi amigo, alguien con quien en la infancia había jugado, con quien había reído, llorado... estaba muerto. Recuerdo que comencé a sentirme mal y me fui a casa pues no quería que nadie me viera en aquellos momentos. Entré en mi habitación y estuve llorando un buen rato. Si, llorando, no me averguenza decir que muchas veces a lo largo de mi vida he llorado. Pasé el resto de la Semana Santa en el pueblo pensando en que podría haberle pasado a Álvaro aunque con la presencia de mis otros amigos disfruté como siempre.

Durante los meses posteriores fui preguntando a otros amigos. Me dijeron lo poco que sabían: había muerto hacia unos tres o cuatro años, estaba estudiando Medicina, ocurrió en el Hospital de Salamanca y todo apuntaba a que podría haber sido un suicidio porque padecía una depresión (supuestamente por una chica, aunque puede que hubiera algo mas) y había caído desde un sexto piso del mencionado hospital. Pero no había nada claro.

Comencé a investigar por mi propia cuenta. En 2010 llegué a ponerme en contacto con una chica, miembro del SAMUR, que le había atendido tras la caída. Me dijo que cuando llegaron aun estaba consciente y que tardó como una media hora en fallecer. Buscando por Internet me encontré con esta noticia donde dan algunos datos como que cuando llegaron los bomberos, SAMUR y policía aun respiraba y que en un primer momento pensaban que se trataba de un paciente hospitalizado. Aquella chica del SAMUR me confirmó que, efectivamente, se trataba de Álvaro pero no me quiso dar sus verdaderos apellidos (le pregunté por ellos pues no sabía como se apellidaba mi amigo y quería localizar a su padre para hablar con él). De hecho me dio un apellido falso. A mi me sonaba que mi amigo se apellidaba Muñoz, por ello probé con varias combinaciones en mi busqueda. Solo encontré gente que no tenía nada que ver con él. Si que es cierto que en Tuenti encontré a un chico cuyo nombre y primer apellido eran Álvaro Muñoz siendo su segundo apellido el falso que me había dado la chica. En un primer momento pensaba que sería él, pero me extrañaba porque el supuesto apellido, según ella, era el primero (es decir, que se llamaría Alvaro y el apellido falso). El dato de la fecha de fallecimiento que me había dado ella coincidía con el de la noticia anteriormente reseñada y también con esa cifra de unos tres o cuatro años antes que decían mis amigos del pueblo.
Seguí buscando durante un tiempo. El verano pasado me encontré con este discurso de apertura del curso 2006-2007 donde se hace referencia a una serie de personas fallecidas durante el curso anterior. Una de ellas Álvaro Muñoz Salas. En un primer momento dudé si sería él o no por el tema del apellido falso que me habían dado. Pero me encontré con una esquela donde deja claro que Álvaro Muñoz Salas falleció el 19 de mayo de 2006, era ese estudiante de Medicina que había caído en aquella fecha desde el sexto piso del Hospital Universitario de Salamanca. Le había localizado y podía saber en que fecha rezar por él de un modo especial (rezo todos los días, pero para tener una fecha concreta en la que centrar mi oración en él). Me faltaba localizar a su padre para poder llamarle y, tras una búsqueda, conseguí su numero de teléfono.

Por timidez aun no le he llamado ya que me da un poco de reparo. Especialmente porque podría decirme "si tan amigo suyo eras ¿Donde estabas cuando lo pasó tan mal que llegó a suicidarse?" y no sabría como contestarle. La verdad es que en algún momento llegué a pensar que era un poco culpable porque no le pedí el teléfono a tiempo y que, tal vez, si hablando por teléfono me hubiera dicho que se encontraba tan mal podría haberle ayudado. Pero hoy sé que, salvo que se hubiera dejado ayudar, nada podría haber hecho y que lo mejor es orar por él pues tengo mucha esperanza en la Misericordia de Dios. Es cierto que, según la teología católica, el suicidio es pecado ya que supone un atentado contra la vida, un suicida lo puede pasar mal en la otra vida, es verdad. Pero no es menos cierto que Dios es AMOR y que, cómo decía el Santo Cura de Ars, desde el momento en que cayó hasta que murió definitivamente el Señor le pudo salvar pues su Corazón es Misericordioso (dijo eso acerca de un señor que se tiró desde un puente en el pueblo donde era sacerdote). Además, Álvaro si tenía una depresión tan fuerte como para suicidarse ya no era dueño de sus facultades mentales. Es decir le dominaba de tal manera su depresión que ya no era él quien saltó (presuntamente) desde la ventana sino que fue su depresión quien le arrojó por ella. Por tanto, de haberse querido matar, no lo hizo conscientemente. En cualquier caso Dios conoce mejor que nadie el intrerior del hombre y por su Misericordia ha podido salvar a Álvaro. Yo tengo fe en ello. No obstante hay que rezar siempre por él y por todos nuestros difuntos (hayan muerto como hayan muerto).
Algún dia llamaré a su padre para darle mi pésame e intentar infundirle ánimo. Si Dios quiere, a no mucho tardar, iré a Salamanca y espero poder verle para darle un abrazo e ir al cementerio a llevar a mi difunto amigo unas flores.

Yo, como creyente, sé que Álvaro está vivo aunque no le pueda ver. En mas de una ocasión, especialmente en Santoyo, le he sentido. Pero no como decía un obispo, que conozco personalmente, "en mi corazón" sino que he sentido su presencia a mi lado, le he notado a mi lado de forma espiritualmente, cómo cuando no has escuchado a una persona entrar en la habitación pero notas su presencia y cuando miras está allí. No hay dia en que no me acuerde de Álvaro. Van a hacer ya ocho años de su partida. Le recuerdo con grato cariño además de por ser uno de mis mejores amigos en la niñez y adolescencia porque fue, junto a mi querida y añorada Paloma (mi blanca Paloma) uno de mis ángeles de la guarda en aquellos años donde yo sufría acoso escolar. Desde donde esté siento que me sigue cuidando.

Hay quien dice que el bullying es cosa de niños, pero no es así. Hoy he perdonado, pero aun recuerdo cuando llegué a pensar en tirarme desde la azotea del colegio para volar hacia la otra vida. No lo hice gracias a Paloma (quien en 2004 falleció por un cancer... por cierto, aun recuerdo a un profesor muy grandilocuente que tuvimos en el colegio y nos daba física y química que decía "gracias a la ciencia ya no tenéis que enterrar a ningún amigo"... pues la ciencia no hizo nada especialmente por mi amiga Paloma y "gracias" a este mundo tan científico y "desarrollado" hay personas como Álvaro que sufren tanto y nadie es capaz de ayudarles, he tenido que enterrarles siendo demasiado jóvenes).

Quiero finalizar con una curiosidad que descubrí el pasado domingo. Aquel día fui a Hondarribia, bello pueblecito guipuzcoano al que tenía muchas ganas de ir desde que me enteré de la trágica historia de un niño que, en 2004, se había arrojado desde una muralla porque no podía aguantar el acoso escolar al que dia si dia tambien desde, al menos, un año antes sufría (pienso que desde dos años antes, pero bueno). Ese niño se llamaba Jokin Ceberio y su historia en cierto modo me acompaña pues le tengo muy presente siempre. El dia que entré al Seminario le hice una promesa que recordé en estos dias: la de ayudar, cómo sea, a los niños que sufren acoso escolar. No se si como escritor, periodista (estoy comenzando a colaborar en la radio), clérigo... pero sé que debo ayudar a esos niños. Debo ayudar a que la sociedad se conciencie de una vez que eso del acoso escolar no es "cosa de niños" sino que hay aunténticos matones que en los institutos y colegios se comportan como una banda de mafiosos. Una cosa es pegarte con un compañero, de hecho yo me pegaba a veces con compañeros del colegio (nos arreabamos mutuamente con collejas e incluso algún mordisco en la oreja) y otra muy distinta que durante todo el curso (e incluso en verano) seis u ocho niños te estén todo el dia incordiando, llamandote cagón, amenazandote, pegandote, ect. Contra un niño te puedes defender pero contra ocho ¿Cómo te defiendes tu solito? los que hemos sufrido acoso escolar sabemos de la impotencia y dolor que se siente en esos momentos.

Pero no me quiero desviar. Ya pondré un artículo que escribí en un blog anterior sobre Jokin. Cómo digo quiero finalizar con un escrito que, el pasado domingo, tras venir de Hondarribia, descubrí en internet. Se trata de una revista que editan anualmente los alumnos del Instituto de Enseñanza Secundaria "Federico.García Bernalt" de Salamanca. Allí estudiaba mi amigo Álvaro y en esa revista publicaron un discurso que había dado en el acto de despedida de segundo de Bachillerato, pues aquel mismo año ingresaban en la universidad.

Hoy es un día de celebración, de alegría porque al fin el curso murió.
Pero no es este un funeral grisáceo, de citas y coronas;
No existen los reproches, ni los llantos.
Tampoco somos necrófilos, ni plañideras,Simplemente es que nos arde el verano.
Para unos, un adiós; para otros un hasta luego de un año, el que viene, que huele a bonobús.
Ni los pavos, que no son borbones pero sí reales, han sido capaces de convencer a los de la capital.
Nuevos aires para la posada de un leopoldo sin Regenta, y a cuya puerta nunca el Cid llamará.
Una inmaculada sin Cristo, un gallardo garralón,una estrella sin picos, un Mercedes que no Rolls.
Una integral en juliana, un geólogo sin par, aquí no hay fieras, sólo gráciles mulas y teijones sin más.
Ni elefantes, ni bicicletas, sólo hay ingleses de London,que completan esta posada a cuya puerta nunca el Cid llamó.
Y por supuesto los alumnos, fin y causa de la educación.
De pueblo, de ciudad, de aquí, de allá ¡qué más da!,Somos nosotros los huéspedes a quienes hay que hospedar.
Sin embargo, al hacer recuento siempre pierdo la cuenta de este año tan fecundo en príncipes y bastardos.
Negro comenzó, con la sangre de un irónico petrolero que no arrojaba tinta de calamar, sino oro negro.
Dirán viejos gallegos: “Rayo nimio, sí certero,Trueno duro y duradero”.
Vino después la Lou, a oscuras, vestida de no se qué ropajes, y quedaron las aulas llenas de silencio.
Vino después la guerra en un oriente que dista mucho de la equidistancia, y llenose la plaza de gritos contra el vecino de arriba.
Unos a Iraq, otros al Colombia, ¡todos a repostar!Acabando está este infumable sermón,Que no tiene otra intención que la de congratular.
A los que irán a la Universidad, a los que se quedan,Alos que dejarán de estudiar;A los bohemios, a los duros, a los cultos, A los que ocultan, a los enrollados, a los tiesos, a los que besan, a los que son besados... Atodos: ¡Feliz verano!

Álvaro Muñoz Salas. In memoriam