miércoles, 26 de septiembre de 2012

Sebastián Cordero de Nevares, Secretario Real de Felipe II

Pasear, en la actualidad por el pequeño pueblo de Santoyo (Palencia) suele ser motivo de reflexión entre quienes recorren sus calles, surgen preguntas sobre su historia. ¿Cómo con unas casas tan modestas tienen una iglesia enorme, la cual parece una catedral? piensan. Se trata de un pueblo que, oficialmente, tiene 1000 años, pues su fundación aconteció en el siglo X, sin embargo ya en época vaccea el lugar estaba habitado y, según José María Quadrado, estuvo allí la Tela Augusta romana. Lo primero está constatado arqueológicamente, sobre lo segundo hay evidencias con la villa romana de Las Quintanas (que estuvo en activo entre los siglos III-VI). Posiblemente los visigodos estuvieron en el actúal Santoyo como parecen constatar la pila bautismal de la iglesia y algún trozo de la muralla, ambos identificados como visigóticos. El lugar quedó abandonado con la llegada de los musulmanes a la península, situación en la que estuvo dos siglos hasta que, ya en los albores de la Reconquista, astures y cántabros procedieron a repoblar los territorios de la futura Castilla ¿Quizá los que llegaron desde Asturias y Cantabria a nuestro Santoyo eran descendientes de sus antiguos moradores? como hipótesis parece plausible. De hecho la familia del protagonista de este artículo tenía un origen asturiano.

La villa romana de Las Quintanas tuvo mucha importancia en su momento, enclavada en la frontera entre Tierra de Campos y el Cerrato palentino, gozaba de una buena defensa natural que le permitió ser cabeza de un mercado artesanal comarcal, según los arqueologos. Es posible que, tras la fundación de Santoyo, aquellos terrenos volvieran a ser una fuente de ingresos para el pueblo, algo que le hizo crecer.

En plena Edad Media fue fundado el convento de Villasilos. Fray Pedro de Santoyo, colaborador de san Pedro Regalado y fray Pedro de Villacreces en una importante reforma franciscana. El citado convento de Villasilos fue cabeza de la conocida como Provincia Franciscana de la Concepción, que englobaba un numero importante de conventos.

Parece claro que en la Edad Media mi pueblo, Santoyo, tuvo una importancia relativamente grande, al menos a nivel comarcal. Se habla incluso de que el ama de leche de Sancho III el Mayor, rey de Navarra, doña María de Lezama, era procedente de Santiago del Val, en la actualidad una pequeña aldea que forma parte de Santoyo. Ya en el siglo XVI, en la Corte de Valladolid hubo santoyanos trabajando, quienes redactaron la partida de nacimiento de Felipe II eran de Santoyo. El bachiller Juan Cabrero, sacerdote en este pueblo, recogió dicha partida en los archivos parroquiales. Hoy en día es la única copia de dicha partida que se conserva, pues la que se conservaba en Valladolid (San Pablo) fue víctima de un incendio.

En 1528 nació Sebastián Cordero de Nevares, bautizado en la iglesia parroquial de San Juán Bautista, en el seno de una familia con antepasados que habían luchado en la batalla de Las Navas de Tolosa, según cuentan los historiadores De Andrés y Mediavilla (sacerdotes de Santoyo) pues las gentes de este pueblo prestaron su ayuda al rey Alfonso VIII y las familias nobles, como la de Cordero de Nevares, agregaron a su apellido el nombre de su pueblo, colocando en el centro de su escudo heráldico la cruz flordelisada, presente en el escudo de la ciudad de Palencia, igualmente.

Estuvo casado con doña María Ramírez de León, Señora de la Casa Real de Navarra, con quien tuvo varios hijos, entre ellos Francisco, de quien hablaremos posteriormente.

 Por su vida se conoce que debió ser un personaje profundamente piadoso, enamorado de su lugar de nacimiento, por ello fue conocido como el Secretario Santojo (citado de tal manera por Gregorio Marañon y por William Thomas Walls). Estableció en la iglesia parroquial de su pueblo natal una fundación en sufragio de los fieles difuntos, además de pagar el magnífico retablo que puede contemplarse en la iglesia de San Juán Bautista, realizado por la escuela de Juan de Juni.

Fue amigo de Antonio Pérez, quizá el secretario real de Felipe II mas conocido, a quien compró su propiedad en Vilches cuando iba a ser expropiado. Pese a su amistad con Antonio se mantuvo sumamente fiel a su Rey, el cual depositó toda su confianza en él y quien le tuvo en alta estima, de hecho se cuenta  que en cierta ocasión escribió una carta a altas horas de la madrugada y se la entregó para que la secara con arenilla, pero derramó el tintero y la echó a perder. El monarca, lejos de enfadarse, repitió el documento con paciencia. Sin duda le tenía en gran estima al ser el más antiguo y más íntimo de sus sirvientes. Dice Fernando Bouza, autor de "Cartas de Felipe II a sus hijas" que fue receptor de las tres gracias, santa cruzada, subsidio y excusado, secretario de Felipe II, Señor de las villas de Carabaña, Orusco y Valdilecha y propietario de dos casas, una en el Escorial y otra en Vaciamadrid, utilizadas frecuentemente para el aposento de la corte e, incluso, del mismo rey, quien acabó adquiriendo la propiedad de Vaciamadrid.  El historiador Antonio Herera dice de él que "era bien claro y conocido en el mundo por los muchos años que con universal satisfacción sirvió al Rey Católico en su cámara" (Los secretarios de Estado y del despacho, I, Madrid, 1969, pag. 200). Continua diciendo Fernando Bouza que Santoyo sería lo que Juan Perez de Guzmán llamó "el lado amable de un rey severo.

Los mencionados señoríos de Carabaña y Valdilecha pertenecieron a su familia hasta 1625 cuando Francisco de Nevares, su hijo, quien necesitaba 90.000 ducados para poder mantener el cargo de Escribano Mayor de Rentas, que había heredado de su padre, motivo por el cual puso a la venta, en subasta pública, estos señoríos, adquiridos por don Manuel de la Vega Acuña y Mendoza, quien pagó la cantidad de 840.196 ducados y 14 maravedies. La iglesia de Valdilecha, quedó fuera de la operación.
La villa de Vaciamadrid fue comprada, tal como se ha dicho, por Felipe II en 1589 (posiblemente ya fallecido su fiel secretario) pues se encontraba en un emplazamiento ideal en los viajes realizados por el Monarca hasta el Real Sitio de Aranjuez.

Como curiosidad, la hija de Francisco de Nevares, Marta, es identificada como la amante que tuvo Lope de Vega, quien la conoció en 1616 y que tuvo un final trágico perdiendo la vista y, posteriormente, la cordura, algo que quedó reflejado en la obra del gran escritor. Tenemos constancia de otra nieta de Sebastián Cordero, doña Juana de Nevares, que casó con don Fernando González de Madrid "quien "sirvió a su Rey de Regidor de Madrid hasta ser el Decano; de Capitán de Infantería y de Caballerizo Real (Hijos de Madrid, ilustres en santidad, dignidades, armas, ciencias y artes, escrito por José Alvarez y Baena).

En cuanto a la defunción de Sebastián Cordero de Nevares, se desconoce exactamente cuando aconteció, aunque, como he supuesto, cuando Felipe II compró aquella propiedad de Vaciamadrid su secretario ya había fallecido. Es posible que falleciera, no obstante, entorno a 1579-1580.

Es una personalidad histórica que siempre me ha cautivado, quizá el santoyano mas conocido en la historia de España, sobre el cuál me gustaría escribir algún día un libro. Pero hoy quería dedicarle este modesto artículo para dar a conocer uno de esos personajes de nuestra historia que, pese a no ser muy conocido por el gran público, tuvo gran influencia en su tiempo. Vayan para él y su familia mi homenaje y reconocimiento. Sebastián Cordero de Nevares, un santoyano en la Corte Real.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Dos bodas, y el paso del tiempo

Llega septiembre, comienza un nuevo curso y llegan las dos tan esperadas bodas de este año. Dos amigos mios, uno de Madrid y otro de Santoyo, se van a casar con sus respectivas parejas en los próximos quince días. Cuando un amigo te dice que se casa siempre te vienen los recuerdos, sobre todo cuando se trata de dos amigos añejos, de esos de tu mas tierna infancia.

Con el amigo de Madrid fui al colegio. Es primo de un compañero de clase. A ambos les conozco desde muy pequeño. De este amigo tengo muchos y muy buenos recuerdos. Por ejemplo cuando en el colegio, una vez habían terminado las clases, nos íbamos a un bar llamado "El Koala" (que ya no existe) y comprabamos cañas de chocolate. Echabao nos subimos a la sala de informática a echar "unos vicios" al Ironman, Worms y otros juegos. La primera vez que monté en metro solo fue para ir a su casa pues viviamos en la misma linea del suburbano. También a veces íbamos juntos al fútbol, unas veces al Calderón (él es del Atleti) y otras al Bernabeu. Volviendo al colegio, recuerdo también cuando jugábamos al fútbol, en el equipo del cole, aunque este amigo era un año mayor. Pero no solo de fútbol vivíamos sino que también íbamos a ver la Vuelta a España donde se terciase: Villalba, El Escorial o en nuestra propia Madrid. Estos son unos cuantos recuerdos de tantos como en mi memoria tengo.

Con mi amigo de Santoyo jugaba todos los veranos en el pueblo, eramos de la misma cuadrilla, al fútbol en El Plantío, al Rescate en la plaza. Muchas veces íbamos a merendar a la bodega o en bicicleta a recorrer los pueblos de alrededor, a bañarnos en la acequia o en el río. Siempre digo que para mi los amigos del pueblo, aunque les veo poco son realmente importantes en mi vida. Recuerdo que también a veces íbamos al cine a Palencia y fue con ellos con quienes comencé a salir de fiesta.

Como digo, el hecho de que se casen dos amigos de la infancia es algo que siempre te hace reflexionar sobre el paso del tiempo. A veces da vértigo cuando se vuelve la vista atrás recordando momentos del pasado. Hace cosa de un año estuve en Guadarrama, otro pueblo donde veraneaba de pequeño. Lo recorrí y me daba cuenta de que, aunque la mayoría seguía igual, habían cambiado cosas, edificios que ya no existían (incluyendo cierto garaje que nunca terminó de construirse), otros nuevos que nunca habías visto. Lo mismo me sucede cuando vuelvo por Carabanchel, el barrio de mi infancia o cuando paso por el colegio y veo que el patio de parvulitos ya no existe y que ha cambiado demasiado (no lo digo solo yo). Te das cuenta de lo rápido que pasa el tiempo y de cuanto has disfrutado con lo que viviste. Por que yo soy de los que piensan que no hay que mirar el pasado con la tristeza de "aquellos momentos no volverán" sino con la alegría de haber vivido momentos tan felices y de haberlos compartido con personas que significan tanto para ti: familiares, amigos, etc.

Por ello creo que en la vida son importantes varias cosas. La primera cuidar a las personas que tienes a tu alrededor, sobre todo aquellas que llevan toda la vida contigo. El curso pasado me porté un poco mal con un amigo y, cuando se enfadó, me dijo "tío no tienes que tratar mal a tus colegas, si tuvieras motivos para desconfiar de ellos alguno no llevaríamos venticinco años siendo tus amigos". Es algo que me impactó pues siempre he tenido miedo a quedarme sin amigos, supongo que influye el hecho de que soy una persona bastante tímida. Además, ha habido personas que he conocido en una época mas reciente de mi vida (los últimos siete años) que después se han alejado de mi por errores que cometí. Por ello soy consciente de que a los amigos de toda la vida, los que son amigos de verdad, hay que cuidarles. Hoy me he llevado una gran alegría puesto que he encontrado a un viejo amigo de la infancia, llevo sin saber nada de el casi veinte años, se cambió de colegio, y desde entonces había tratado de saber algo de él. Por ello doy gracias a Dios de haberle podido encontrar. En los últimos años he podido recuperar a varios amigos del colegio de los que no sabíamos nada desde que se fueron, y espero que podamos seguir encontrando a mas gente, de hecho estamos creando un grupillo y de vez en cuando quedamos. Esas cosas son buenas para mantener la amistad.

En definitiva, el tiempo pasa, pero son muchas las personas que permanecen en tu vida a pesar de todo. Una vez escuché que "los amigos de tu infancia son los que te acompañarán en la vejez". Creo que esa frase encierra una gran verdad. Como dije antes, apenas hace dos días que con estos dos amigos jugaba de pequeño y ahora resulta que van a contraer matrimonio con las que, espero, serán las mujeres de sus vidas. Espero que ambos sean muy felices y espero poder seguir acompañandoles mientras viva. Ellos saben que siempre me tendrán a su lado, especialmente cuando mas puedan necesitarme.