viernes, 11 de mayo de 2012

Noche de terror en el convento

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Esta vieja historia ocurrió en un viejo convento situado en un pueblo castellano. En él, apenas quedaba una pequeña comunidad de monjas que vivía en uno de los laterales. El resto del edificio, de unos 800 años de antiguedad, llevaba tiempo abandonado hasta que un pariente de nuestro protagonista decidió establecer allí una comunidad de ancianos. 

El muchacho llevaba tiempo yendo allí con sus padres. Siempre iban durante el día, nunca se habían quedado a pasar allí la noche. Solía al fútbol en uno de los laterales con sus primos. Con ellos, además, a veces iba a pasear por los alrededores para explorar aquellos agrestes parajes del páramo castellano. Normalmente la familia cuando se reunía en aquel lugar solía comer en un edificio anexo de reciente construcción. Niko, nuestro protagonista, sin embargo, apenas conocía la zona antigua del edificio donde se quedó a dormir aquella terrorífica noche.

Cómo sus primas iban a volver al día siguiente a su ciudad Niko pidió a sus padres quedarse allí a pasar la velada. Su tía también estaba, con lo cual, aunque sus primas salieran de fiesta, no tenía porque suceder nada, el niño se sentía protegido. Una vez sus padres se marcharon, Niko fue a cenar con su familia. No conocía aquella estancia, era una especie de claustro techado que, de no ser por la tenue luz de algunos faroles, estaría completamente inundado por la oscuridad. Allí estuvieron cenando, riendo y contando interminables anécdotas hasta pasada la medianoche.

Niko siempre que iba al viejo convento sentía que se trataba de un lugar especial, parecía un lugar encantado, aunque nunca le había dado miedo. Sus primas se arreglaban mientras paseaba por el viejo edificio junto a su tía. En los días siguientes recordaba el escalofrío que sintió cuando, al preguntarle cuantos años debían tener aquellas paredes, esa edificación, su tía le dijo "es del siglo XIII". No sabía por qué, pero aquella sensación le recorrió todo el cuerpo, fue un sobrecogimiento interno de gran potencia, fue como si hubiera notado un fantasma en aquel mismo instante. Sin embargo intentó sobreponerse pensando "no va a suceder nada, debo ser fuerte". Nuestro amigo tenía gran sensiblidad y, desde que le alcanzaba la memoria, siempre había sentido presencias a su lado. Tenía la capacidad de percibir la presencias que, aparentemente, no estaban allí pues no eran visibles. Quizá haber vivido junto a un cementerio marcó su personalidad infantil. Toda su infancia y parte de la juventud la pasó en un lugar que había estado poblado ya desde tiempos de los romanos.

Antiguamente, la habitación donde iban a pasar la noche, había funcionado como sacristía. En ella había dos viejas literas, un armario de cuyas puertas colgaban sendos espejos, tres sillas de madera de roble con un sabor añejo y un baúl cubierto por una manta de color granate. Iluminaba la estancia un candil realizado en cerámica con claras reminiscencias medievales.

Niko se acostó en una litera. A su izquierda se encontraba una vieja vidriera amarilla. Al otro del cristal debía haber un patio, pero no se intuía mas que la oscuridad. Al poco de apagar la vela su tía se tumbó en la litera contigua mientras decía a su sobrino "buenas noches, hasta mañana, que descanses".

En el cuarto hacía frío. Niko llevaba un rato en la cama dando vueltas, tratando de arroparse lo mejor posible. Echaba de menos aquel "invento" que otra de sus tias, quien vivía en el pueblo de su padre, le daba cuando se iba a dormir. En esa casa del pueblo no había calefacción. Lo que su otra tía era, sencillamente, una bolsa de agua caliente. Aunque debía ponérsela a la altura de los pies, sin embargo, el chaval prefería colocarse aquella bolsita en su barriga pues, al menos es la impresión que le daba, permitía a su cuerpo retener mejor el calor. Sin embargo la sensación en la vieja sacristía era gélida, hacía frío, bastante frío y la ropa de cama se antojaba insuficiente. Por otra parte, aun sentía aquella sensación de escalofrío de apenas una hora antes.

Fue entonces cuando lo sintió. Sintió que dos personas comenzaron a dar vueltas alrededor suyo. Escuchó susurros y lo que le parecían pisadas. Se puso alerta. Algo rozó su cama y, de pronto, alguien comenzó a acariciarle el pelo, aparentemente, con una intención benévola. Sintió una mano pasando por su cara. Al intentar incorporarse, se dio cuenta de que estaba inmovilizado.
En aquel momento un bofetón hizo arder de dolor su mejilla. Al manotazo le siguió una sucesión de golpes y arañazos que culminó, de pronto, con el brusco movimiento de la litera. Niko, preso de pánico, intentó llamar a su tía. Sin embargo le faltaban las fuerzas. No obstante, gracias a su gran fortaleza interior, consiguió recobrarlas y con un fuerte grito llamó a su tía. Ella se acercó y le preguntó ¿Qué te suecede para haber gritado de ese modo?. El niño dijo que tenía miedo, mucho miedo y le preguntó si podía dormir con él. Ella asintió. Son pesadillas propias en un niño, pensó. Se metió con su sobrino a dormir y, tanto los golpes, como el temor recientes se detuvieron. Nuestro protagonista las había pasado canutas pero al menos ahora podía calmarse y conseguir dormir. Al menos de momento. No tardó mucho en quedarse dormido pese a que notaba, detrás suyo, una presencia acompañada por un golpe de aire continuado.

Todo iba bien hasta que llegaron sus primas. Su tía, viendo que el crío se había quedado placidamente dormido, aprovechó para irse a su litera. Niko se despertó ante los continuados movimientos de la litera provocados, en esta ocasión, por una de sus primas, quien ya se había aposentado en la cama de arriba y estaba cambiándose. Cesaron los movimientos. La habitación aparentemente estaba en calma.

Pasaron unos minutos. Niko estaba aun despierto. Un golpe de aire le rodeó por completo. Tuvo la sensación de que alguien, detrás suyo, le estaba acariciando la cara. No veía nada, la habitación estaba completamente a oscuras. Había una oscuridad más negra de la habitual. Momentos después sintió un tortazo y, a continuación, una sucesión de golpes provocados por manos que no podía ver. Manos invisibles que se golpeaban, inmisericordes, sus infantiles mofletes. Volvió la angustia. Angustia y, al mismo tiempo, un gran sentimiento de rabia e impotencia pues quería que aquello parase, aunque no sabía como hacerlo. Luchaba con todas sus fuerzas rezando el Padre Nuestro, la única oración que conocía aunque, cierto era, la que mas le ayudaba en noches como aquellas. En esta ocasión, sin embargo, aquello no paró. Era más poderoso que su infantil rezo, era como si quisiera, por fuerza, lanzarle un mensaje macabro.

En un momento la vidriera policromada se iluminó, alguien había encendido la luz del patio, o al menos eso le pareció a Niko, quien vio dos figuras con traje talar yendo hacia la vieja sacristía. Fue en ese momento cuando nuestro protagonista volvió a gritar, esta vez con todas sus fuerzas, venciendo al pánico, para que su tía volviera a dormir con él. Así sucedió. Debían ser las cinco o las seis de aquella fría madrugada de invierno. Con la cercana presencia de su tía consiguió tranquilizarse y dormirse. Otra vez aquellas sensaciones que tanto terror habían provocado en nuestro protagonista cesaron. Su tía, en esta ocasión, se quedó con su sobrino durante el resto de la noche.

Amaneció. La tía se había ido al cuarto de baño cuando Niko despertó. Le dolía el cuerpo como si le hubieran dado una paliza. Su prima, al verle, le preguntó asustada ¿Qué te ha pasado, primo? Pues tenía algún moraton y varios arañazos. Niko contó lo que había sucedido y su primas se asutó notablemente. Le acompañó al cuarto de baño y, entre su madre y ella, lavaron y realizaron alguna cura al muchacho. Nadie se podía explicar que era lo que había podido sucederle. Lo único que realmente tenían claro era que Niko quería marcharse de allí cuanto antes. Podían sentir su miedo.

Así hicieron. Apenas desayunaron se despidieron de sus familiares, aquellos que regentaban la residencia de ancianos. Inmediatamente después se marcharon rumbo a la ciudad. Comieron juntos en casa y, ya por la tarde, llevaron al niño con sus padres. Le habían curado las heridas, por ello sus padres apenas notaron nada raro en Niko. En cualquier caso, él mismo prefirió no contar nada de lo que le había sucedido. De hecho era la primera vez que había tenido tanto miedo al notar presencias. De hecho, aunque en los años siguientes, tuvo otros episodios similares, no se pudieron comparar con lo que sucedió aquella noche en el convento.

Niko creció y, un buen día contó su experiencia a un buen amigo, el cual entendía bastante de esas experiencias. Este le dijo que probablemente al tratarse de un convento que antiguamente había sido de estricta clausura femenina algo que en él había rechazó su presencia al tratarse de un varón. El argumentó que allí dormía su tío junto con sus hijos y que no les había sucedido nada. La respuesta la tuvo él mismo cuando se dio cuenta de que ellos dormían en la parte nueva mientras que él pasó la noche en la zona antigua. Aunque ¿Quizá si que habían sentido en alguna ocasión algo pero no se atrevieron a contarlo? En cualquier caso nunca llegó a preguntarlo. Si bien es cierto que, por los hechos que sucedieron en los años posteriores, da la sensación que aquello que había rechazado a Niko consiguió echar a sus familiares. La residencia de ancianos tuvo que cerrar y con ello se marcharon de aquel lugar. Quizá, lo que de verdad molestaba a los "guardianes del convento", por llamarlo de algún modo, no era la presencia de Niko. Era, realmente, el hecho de que sus familiares hubiesen montado una residencia de ancianos en lo que, hasta entonces, había sido un apacible convento.

Hoy aquel edificio ya solo funciona como convento. Han pasado muchos años desde entonces y no se ha vuelto a saber de nada raro que haya acontecido en aquel lugar. Quizá haya sitios que, por el motivo que sea, conviene no perturbar, quien sabe. De hecho Niko, aunque alguna vez volvió a sentir miedo en ciertos lugares, nunca sufrió tanto como aquella noche que pasó en el viejo convento castellano.

jueves, 10 de mayo de 2012

La villa tardorromana de Las Quintanas de Santoyo y un asentamiento vacceo cercano


 
En pleno corazón de Castilla existe un pueblo, conocido como Santoyo, situado en plena frontera entre el Cerrato Palentino y Tierra de Campos. En aquel lugar, según el historiador José María Cuadrado, existió un asentamiento romano denominado Tela Augusta, probablemente fundado en tiempos de Octavio Augusto, de hecho no muy lejos se encuentra Astudillo, pueblo cuya toponimia parece deberse a Statilio Tauro, un bravo general del gran emperador. Con respecto a Tela Augusta su significado sería el de "la lanza de Augusto".

Entre los dos núcleos rurales existe hoy en día un terreno llamado Torre-Marte donde la tradición ubica un templo romano en honor del dios de la guerra, aunque no ha quedado constancia de ello. Hoy en día se halla en ese lugar una ermita que ha quedado como ultimo vestigio de un pueblo conocido el nombre de aquel lugar, situado en una serie de cerros que llevan por nombre "Costacollaos” donde existen unas cuevas de las cuales aun hoy se puede extraer yeso, de hecho en torno a ella hay indicios de que fueron excavadas pues se han conservado una serie de piedras en las laderas piedras del mismo material que el que recubre el yeso en el interior de las cuevas. Es posible que ese material fuera desechado cómo escoria (piedras con aspecto de barro endurecido).

El yeso que aun hoy se encuentran en estas minas de Costacollaos es también denominado lapis specularis. Plinio acerca de él dijo que se podía cortar con serrucho en finas capas y que se dio especialmente en Hispania, donde tiene gran calidad, en pozos ya que se encuentra bajo tierra. Se utilizó especialmente como acristalamiento en ventanas, algo que en la zona que nos ocupa fue importante debido a las inclemencias meteorológicas. Otro uso fue el decorativo  y el uso para molduras y enyesado de paredes. De comprobarse que estos pozos fueron utilizados en época romana para extraer yeso se podría aportar un nuevo conocimiento pues hasta ahora la extracción de lapis specularis se concentraba, principalmente, en torno a Segóbriga. Por otra parte si, cómo parece, la villa romana de "Las Quintanas" fue un centro productor, tendría lógica la explotación de minería de yeso.
Santoyo, su villa romana y su castro vacceo son lugares no muy conocidos, sin embargo su historia recorre algo mas de dos mil años. Me gustaría hablar en este artículo de lo que, a día de hoy, conozco sobre estos dos lugares. Sobre Tela Augusta tengo constancia de que algunos autores en la Edad Media mostraron una serie de teorías sobre las cuales quiero escribir en el futuro. Como curiosidad, según esas teorías, un obispo palentino sería originario de aquella Tela Augusta. Pero no nos desviemos.

En el pago de "Las Quintanas", situado no muy lejos d la localidad se encuentra una villa de época tardo romana. Ha sido excavada en varias ocasiones, aunque en la actualidad se encuentra bajo tierra para asegurar su conservación (y, no nos engañemos, no hay dinero para la investigación actualmente). Esta villa se encuentra enclavada a unos pocos kilómetros de Santoyo, destacando de su entorno inmediato al situarse sobre una loma de altura entorno a 775 metros de altitud. 

Se trata de un yacimiento con elementos romanos de forma segura. Hay una posible presencia de elementos de época visigoda (por cierto, según algunos visitantes, la pila bautismal que se encuentra en la iglesia parroquial de San Juan Bautista de Santoyo es de época visigoda, igual que las murallas).

Es un asentamiento de tipo rural que debió servir como lugar de fabricación y transporte de materias primas. Han aparecido elementos de Terra Sigilata romana de tipo hispano. Documentadas tenemos una primera prospección realizada en 1986 y varias actuaciones arqueológica siendo 2005 la última hasta el momento.
Se trata de un terreno que ha sufrido transformaciones debido a la nivelación y allanamiento de las tierras y a la construcción de acequias de regadío. Los rebajes de tierra, en ocasiones de unos dos metros, destruyeron el sector suroeste del yacimiento.
Se han hecho dos  excavaciones en los años 1991 y 1992, dos de ellas están documentadas en el artículo ya mencionado y que detallaré brevemente. Entre finales de 2004 y principios de 2005 hubo una tercera excavación en la que se encontraron una serie de monedas de época romana que actualmente forman parte del Museo Arqueológico de Palencia. Previamente a esta última excavación se produjo una prospección en el Páramo de Sarnallano, donde se localizó un castro vacceo.

Sobre las primeras excavaciones existe un artículo en la revista “Numantia, arqueología en Castilla y León” de los autores María Julia Crespo Mancho, Carlos Lamalfa Díaz y Aurora de la Cruz Pérez acerca del citado yacimiento. Con motivo de unas practicas realizadas en el CSIC tuve que realizar un proyecto de investigación arqueológica que tuvo como protagonista la villa romana de Santoyo. Los datos que expongo en este texto pertenecen a dicho artículo[1].

En 1991 tras una prospección aparecieron varias estructuras: área con dependencias rústicas, horno, pozo e hipocausto (sistema de calefacción que aun hoy en algunas casas de pueblo sigue utilizándose). Cabe decir que lo aparecido cumple las condiciones dadas por Columela, Varrón y Catón para este tipo de asentamientos pues se encuentra en un lugar elevado y forma una llanura donde corre aire, existen arroyos cercanos como “Polanco” y “Escobedo” y se encuentra a cinco kilómetros y medio del río Pisuerga además de estar situado cerca de la vía principal de la Legio VII Gemina Segisama según Fernández Castro (concretamente a tres kilómetros y medio). Lo excavado forma parte estructural de las villae rurales romanas. El horno tenía como fin la elaboración de materiales, especialmente de tipo cerámico, para autoconsumo. Esto, según los autores, parece probar la existencia de un fuerte componente de autoabastecimiento rural y un mercado comarcal basado en el intercambio y donde participarían pequeños productores locales. Tendría, según los autores, en Las Quintanas uno de sus principales núcleos.

El yacimiento se encuentra dividido en dos áreas:

El área I se encuentra situado en el este, son estructuras de habitaciones, suelo de cal y arena, muro de sillarejo probablemente para almacenaje de cereal y artesanía de fundición- También en ella se encuentra una habitación que debió ser utilizada por el servicio. Además se han encontrado utensilios de fundición y recipientes cerámicos. Esta zona fue excavada en 1991.

En el área II aparecieron un horno y un pozo que fueron excavados a lo largo de 1992. 
El horno es rectangular, realizado con ladrillos de barro sin cocer. No está excavado completamente. Por este motivo, aducen los investigadores, todavía no es posible conocerlo del todo bien. Quizá en proximas excavaciones salgan a la luz elementos indispensables para realizar una tipología que nos permita conocer no solo la forma en planta del horno sino también: sistema de tiro, capacidad de la cámara de combustión, sustentación, existencia o no de canales interiores para la distribución de calor, presencia o no de parrilla. Según los autores del artículo sin los estudios de estos elementos no se puede establecer dicha tipología.
Por otra parte, los mismos investigadores exponen que falta conocimiento acerca de la parte rústica de las villas romanas al igual que, aseguran, existe poca bibliografía sobre los hornos romanos realizados del mismo modo que el encontrado en Santoyo pues han aparecido hornos similares tales como el conocido como “El Rubio” (Sevilla). Por otra parte el de Santoyo tiene similitudes con otro descubierto en Francia ya que  ambos son de construcción con praefurnium y fechados en el siglo III d.C. 
El pozo se encuentra entre el hipocausto y el horno. Los autores del artículo mencionan el posible derrumbe de alguna estructura debido al estado en el que se encontró. Hay maderos rectangulares a modo de escalera. Cabe la posibilidad de que por el subsuelo transcurra una corriente subterránea.
En este pozo aparecieron cerámicas paleocristianas, cerámica común romana, cerámica de cocina, restos óseos animales, conchas, moluscos, vidrio y parte de un caldero de bronce, sugieren los autores que quizá se trate de un vertido intencionado para amortizar un pozo del cual se ha decidido prescindir, de hecho es posible que durante un tiempo sirviera para la extracción de agua pero en un momento determinado se decidió prescindir de él. 
La cerámica encontrada es en su mayor parte terra sigilata teniendo similitudes con las encontradas en otros yacimientos de la meseta norte como Baños de Cerrato, Reinosa de Cerrato, Astorga y Castronuevo de Esgueva. 

Pero no solo la cerámica guarda similitudes con la hallada en otros lugares sino que existe paralelismo entre la decoración de la cerámica descubierta en este yacimiento con las villas de “La Sotilla” y la también llamada “Las Quintanas”. Ambas se encuentran en el pueblo palentino de Lantadilla y están fechadas entre el siglo II y el IV. Estos paralelismos son círculos y semicírculos combinados con puntas de flechas, entre otros. 

También aparecieron también vasijas de cocina y almacenaje, ollas, platos, una jarra, lebrillos y otras vasijas. La jarra del pozo parece ser que no tiene un paralelo directo, su base es ancha y el hombro pronunciado. Aun no se han encontrado ánforas en el yacimiento.
Los materiales encontrados han sido datados entre los siglos IV y VI. Según los arqueologos esta villa romana tuvo actividad entre ambos siglos gozando de un especial apogeo en el siglo quinto d.C.

La villa puede encuadrarse, como se ha dicho, dentro de las villas tardo romanas palentinas con ese probable sistema de autoabastecimiento. Sagredo y Pradales afirman la existencia en ella de un centro productor de terra sigilata orientado tanto al abastecimiento propio como a proveer a otras villas romanas, trascendiendo por tanto a la propia villa santoyana de “Las Quintanas”.
En algunas de las cerámicas aparece la firma “nigrini” que parece justificar la teoría de que el mercado comarcal procedía de “Las Quintanas” ya que han aparecido restos de cerámica con esta misma marca por ejemplo en la provincia de Valladolid. Bien podría tratarse del alfarero o del gentilicio del dueño de dichos materiales (aunque, personalmente, me inclino por la primera opción).
Por otra parte apareció un recipiente en T.S.H.t (terra sigilata hispana) aparentemente inacabado. Quizá se trate de una forma no conseguida por el ceramista, el cual remató el recipiente como pudo, según han señalado los investigadores los cuales afirman que seguramente ese ceramista quiso imitar una forma que conocía pero no consiguió hacer bien. Según ellos, por otra parte, esta y otras villas romanas nos muestran un fenómeno constatado de organización social y económica en la meseta norte con una evolución histórica que va desde Diocleciano hasta Teodosio.

Con respecto al castro vacceo es poco lo que sabemos hasta el dia de hoy. Se encuentra en el páramo de Sarnallano (también conocido como "Las Bodegas"). Allí han aparecido materiales, especialmente en hierro, pertenecientes a la mencionada cultura vaccea.

Cómo he señalado anteriormente hubo en la Edad Media ciertas discusiones acerca del actual Santoyo y sus orígenes y que podrían relacionar este castro vacceo (si hacemos caso a la teoría sobre la mencionada Tela Augusta, con un castro perteneciente a dicha cultura conocido como Tela y que hasta la actualidad no se ha podido localizar ¿Adivinais cómo se llamaba? Tela.

Existen unos textos de Fray Gregorio de Argaiz, clérigo e historiador del siglo XVII, donde se habla de Tela de los vacceos situándola precisamente en Santoyo. Es posible que se trate de una leyenda puesto que se basa en los Cronicones de Hauberto y Dextro, considerados falso. El mencionado clérigo, por otra parte, fue refutado poco tiempo después por Pedro Fernández del Pulgar, canónigo de la Catedral de Palencia e historiador. Además en la actualidad se piensa que Tela está situada enTudela del Río. No obstante yo soy un historiador atípico en el sentido de que incluso en aquellos documentos sobre los que cae la sospecha de ser una leyenda trato de buscar la verdad. Creo que, efectivamente, Tela puede estar situada en ese castro vacceo de Santoyo o, al menos, tener alguna relación con él. Por eso espero poder investigar en el futuro con el objetivo de llegar a encontrar esa verdad que se esconde tras los muros de la historia.


[1] "El yacimiento tardorromano de Las Quintanas.Santoyo.Palencia” correspondiente a la  Revista Numantia numero cinco, años 1991 y 1992 paginas 97 a 106. De los investigadores M.J. Crespo, C.Lamalfa y A. de la Cruz


jueves, 3 de mayo de 2012

En memoria de un buen amigo

Con mis amigos de Santoyo tengo amistad desde bien pequeño. Recuerdo cuando, al salir de misa, nuestras abuelas se juntaban para "echar una parlada" y nosotros aprovechábamos para jugar un buen rato. Sin embargo, con el núcleo de nuestra cuadrilla (los eternos Scorpions) empecé a ir con quince años pues antes mi presencia en el grupo era discontinua. Iba a jugar al fútbol con ellos pero poco mas.

Por entonces, en el colegio, sufría bullying. Ir a Santoyo suponía para mi un autentico respiro, era como si tras unos minutos debajo del agua sin poder respirar recuperase el oxigeno. En el colegio lo pasé mal y, por ello, cuando volvía al pueblo siempre me venía a la mente la siguiente frase "voy a Santoyo con el alma destrozada, vuelvo de allí con el alma reparada". Mis amigos de Santoyo obraban en mí un autentico milagro pues me ayudaban a regenerarme por completo y, gracias a ellos, pude sobrevivir. Por eso siempre les estaré eternamente agradecido.

Había entre mis amigos un chaval salmantino con el cual, aunque le recuerdo algo tímido, tuve muy buena amistad. Tenía nobleza de espíritu, era la típica persona que sabías que nunca te iba a defraudar, que siempre iba a estar ahí cuando le necesitases. Si mal no recuerdo era portero de balonmano y cuando venia a Santoyo jugaba de guardameta, se le daba bastante bien. De hecho aun me parece estar escuchándome a mi mismo en Melgar de Fernamental, cuando años después fuimos a jugar un torneo de 24 horas, diciendo "si estuviera Alvarito esto no hubiera pasado". Otro de mis grandes amigos de Santoyo es un gran portero, de hecho es el cancerbero del equipo de fútbol del pueblo, pero aquel torneo no pudo venir y Alvaro no estaba en Santoyo en aquellos días, por lo que el portero fue otro chico de la cuadrilla. El resultado fue que en los tres partidos que jugamos encajamos un buen numero de goles y yo dije aquello de que con el salmantino muchos de los goles se habrían evitado.

Tengo muchos otros recuerdos en los que aparece Álvaro. Por ejemplo cuando jugábamos al rescate por Santoyo los de la cuadrilla y las chicas. También ese verano en que se pusieron de moda las pistolas que disparaban bolitas de plástico y nos íbamos a Costacollaos a guerrear un poco. A mi la verdad lo de las pistolas no me iba mucho, a Álvaro tampoco así que, mientras los demás andaban pegándose tiros, nosotros nos poníamos a conversar. Me contaba cosas de Salamanca, yo le hablaba de Madrid, sobre mi historia en el colegio y recuerdo que siempre me daba alguna palabra de aliento, especialmente cuando se iba ya para su tierra.

No recuerdo exactamente cuando dejó de venir al pueblo. Pero me parece que hasta 2002 seguro. Siempre venía a Santoyo en la última semana de julio o en la primera de agosto. De hecho siempre que se acercaban esas fechas me ponía contento pensando "bueno, me imagino que ya pronto vendrá Álvarito". Si recuerdo que estaba presente cuando íbamos a merendar-cenar a la bodega, cuando nos reuníamos en "la cueva" o en la "mina", cuando empezamos a beber (y por tanto nos cogíamos las primeras borracheras...). Recuerdo especialmente el día del eclipse solar de 1999. La noche anterior habíamos estado bebiendo en "la mina" y nos fuimos todos a nuestras casas pronto para poder ver el eclipse y yo le decía a Álvaro "bueno tío, mañana creo que voy a ver doble" y me dijo "seguro que si descansas bien estarás despejado, ya verás", siempre con una palabra de ánimo. Yo creo que fue también en ese verano cuando estuve apunto de morir ahogado porque por entonces íbamos a bañarnos a la acequia. A alguien se le ocurrió que para que viniese mas agua podíamos poner unos maderos en la curva de la acequia y así lo hicimos. Esos maderos estaban puestos de tal manera que, aparentemente, por debajo se podía pasar buceando. Se me ocurrió probar y apunto estuve de ahogarme porque la cabeza no me cabía (el resto del cuerpo sí, se ve que soy muy cabezón jejeje) y tras un buen rato haciendo fuerza logré salir. Recuerdo a Álvaro preguntándome "tío ¿donde estabas?" y el resto mirándome con cara de extrañeza. La verdad que mis amigos de Santoyo siempre se han preocupado de mi bastante. Cuando me caía jugando al rescate, por ejemplo, me llevaban en volandas hasta la casa de mi tia tras haberme limpiado la sangre (normalmente de las rodillas o los codos) en "El Caño".
Fue gracias a mi cuadrilla por lo que aprendí a montar en bici. Todos ellos montaban en bici y me enseñaron. De hecho nuevamente recuerdo a Álvaro en alguna de las primeras vueltas que iba a dar en solitario por el pueblo diciendome ¿te acompaño? y se vinieron unos cuantos.
Con la bicicleta ibamos en ocasiones hasta el pueblo de al lado. También a un riachuelo cercano llamado el Berco a por cangrejos. Muy gratos recuerdos tengo de mi infancia y adolescencia en Santoyo, momentos por los que pagaría por tener un Delorean y, cual McFly, viajar hasta aquella época para revivir aquellos dias. 

Anteriormente he comentado que Álvarito dejó de ir a Santoyo a principios de la pasada década (no recuerdo si en 2001 o 2002, pero en esos años). Los motivos los desconozco. Debo decir que me arrepiento un poco de no haberle pedido el telefono pues siempre decía "tengo que pedirle el teléfono a Álvaro antes de que se vaya a Salamanca, así cuando esté en Madrid le llamo y durante el curso hablamos", sin embargo entre unas cosas u otras no se lo llegué a pedir. Pero si que, en los años siguientes, todos los veranos le recordaba y pensaba "bueno, ya pronto vendrá Álvaro, o eso espero" como dije al principio.
En julio de 2005 murió mi padre. Aquel verano estuve todo el tiempo en el pueblo. Recuerdo que alguien comentó "está Álvaro en Santoyo, pero dice que no le apetece salir ni ver a nadie". La verdad es que aquello me extrañó un poco pero pensé "bueno, sino tiene ganas que le vamos a hacer, en cualquier caso intentaré acercarme a verle y le pido el teléfono". Una tarde que paseaba con la galga de mis tíos fui por su casa y ví que su padre estaba metiendo una maleta en el coche. En ese instante Álvaro salió de su casa con un semblante que me pareció un poco raro aunque no le di mucha importancia. Tenía una expresión de profunda tristeza en la cara, se me quedó mirando un breve momento y bajó la mirada, reanudó la marcha para meterse en el coche. Duró como unos dos segundos aquel instante. Me extrañó que no me saludase sobre todo porque, tal y como he comentado, conmigo había tenido siempre bastante buen rato, pero sobre todo me impactó esa mirada de tristeza. Pero pensé que igual se había muerto un familiar o tenían a alguien enfermo y no le di demasiada importancia.

No volví a saber nada de él en un buen tiempo. También es cierto que no pregunté nada a nadie porque creía que los de la cuadrilla sabían poco, como yo. Aun así seguía esperando volver a verle algún día, incluso me dije a mi mismo "me voy a Salamanca y le busco". De hecho en 2008 pasé por Salamanca de camino a Portugal, donde iba de peregrinación con el Seminario. Sí, he sido seminarista y como uno de mis compañeros de curso, que había estudiado en aquella ciudad, nos llevó para que la conociéramos, de hecho se puede decir que fue un buen guia. Apenas estuvimos un día pues habiamos salido por la mañana de Madrid y aquella noche llegábamos a Portugal, pero recuerdo que iba por Salamanca fijandome en la gente a ver si veía a mi amigo e incluso pensando "si tuviera internet en el móvil ahora mismo buscaba su casa y le iba a saludar".
Por motivos que no vienen al caso salí de aquel Seminario en marzo de 2009. Unas pocas semanas despues me fui a Santoyo para pasar allí la Semana Santa. Una tarde estabamos en el "bar de arriba" tomando algo los de la cuadrilla. En un momento dado uno de mis mejores amigos y yo nos pusimos a hablar de algunos que en el pasado habían veraneado con nosotros y ya no habían vuelto a venir. Fue entonces cuando le comenté "me gustaría volver a ver a Álvaro el salmantino" y me dijo "Pues como no le veas bajo tierra...". Al principio pensé "¿Se habrá metido a minero? ¿Estará trabajando en el metro?". Claro, no podía imaginarme otra cosa. Pero cuando le pregunté por que me había echo ese comentario me dio la trágica noticia "murió hace tres o cuatro años". No me lo podía creer, mi amigo, alguien con quien en la infancia había jugado, con quien había reído, llorado... estaba muerto. Recuerdo que comencé a sentirme mal y me fui a casa pues no quería que nadie me viera en aquellos momentos. Entré en mi habitación y estuve llorando un buen rato. Si, llorando, no me averguenza decir que muchas veces a lo largo de mi vida he llorado. Pasé el resto de la Semana Santa en el pueblo pensando en que podría haberle pasado a Álvaro aunque con la presencia de mis otros amigos disfruté como siempre.

Durante los meses posteriores fui preguntando a otros amigos. Me dijeron lo poco que sabían: había muerto hacia unos tres o cuatro años, estaba estudiando Medicina, ocurrió en el Hospital de Salamanca y todo apuntaba a que podría haber sido un suicidio porque padecía una depresión (supuestamente por una chica, aunque puede que hubiera algo mas) y había caído desde un sexto piso del mencionado hospital. Pero no había nada claro.

Comencé a investigar por mi propia cuenta. En 2010 llegué a ponerme en contacto con una chica, miembro del SAMUR, que le había atendido tras la caída. Me dijo que cuando llegaron aun estaba consciente y que tardó como una media hora en fallecer. Buscando por Internet me encontré con esta noticia donde dan algunos datos como que cuando llegaron los bomberos, SAMUR y policía aun respiraba y que en un primer momento pensaban que se trataba de un paciente hospitalizado. Aquella chica del SAMUR me confirmó que, efectivamente, se trataba de Álvaro pero no me quiso dar sus verdaderos apellidos (le pregunté por ellos pues no sabía como se apellidaba mi amigo y quería localizar a su padre para hablar con él). De hecho me dio un apellido falso. A mi me sonaba que mi amigo se apellidaba Muñoz, por ello probé con varias combinaciones en mi busqueda. Solo encontré gente que no tenía nada que ver con él. Si que es cierto que en Tuenti encontré a un chico cuyo nombre y primer apellido eran Álvaro Muñoz siendo su segundo apellido el falso que me había dado la chica. En un primer momento pensaba que sería él, pero me extrañaba porque el supuesto apellido, según ella, era el primero (es decir, que se llamaría Alvaro y el apellido falso). El dato de la fecha de fallecimiento que me había dado ella coincidía con el de la noticia anteriormente reseñada y también con esa cifra de unos tres o cuatro años antes que decían mis amigos del pueblo.
Seguí buscando durante un tiempo. El verano pasado me encontré con este discurso de apertura del curso 2006-2007 donde se hace referencia a una serie de personas fallecidas durante el curso anterior. Una de ellas Álvaro Muñoz Salas. En un primer momento dudé si sería él o no por el tema del apellido falso que me habían dado. Pero me encontré con una esquela donde deja claro que Álvaro Muñoz Salas falleció el 19 de mayo de 2006, era ese estudiante de Medicina que había caído en aquella fecha desde el sexto piso del Hospital Universitario de Salamanca. Le había localizado y podía saber en que fecha rezar por él de un modo especial (rezo todos los días, pero para tener una fecha concreta en la que centrar mi oración en él). Me faltaba localizar a su padre para poder llamarle y, tras una búsqueda, conseguí su numero de teléfono.

Por timidez aun no le he llamado ya que me da un poco de reparo. Especialmente porque podría decirme "si tan amigo suyo eras ¿Donde estabas cuando lo pasó tan mal que llegó a suicidarse?" y no sabría como contestarle. La verdad es que en algún momento llegué a pensar que era un poco culpable porque no le pedí el teléfono a tiempo y que, tal vez, si hablando por teléfono me hubiera dicho que se encontraba tan mal podría haberle ayudado. Pero hoy sé que, salvo que se hubiera dejado ayudar, nada podría haber hecho y que lo mejor es orar por él pues tengo mucha esperanza en la Misericordia de Dios. Es cierto que, según la teología católica, el suicidio es pecado ya que supone un atentado contra la vida, un suicida lo puede pasar mal en la otra vida, es verdad. Pero no es menos cierto que Dios es AMOR y que, cómo decía el Santo Cura de Ars, desde el momento en que cayó hasta que murió definitivamente el Señor le pudo salvar pues su Corazón es Misericordioso (dijo eso acerca de un señor que se tiró desde un puente en el pueblo donde era sacerdote). Además, Álvaro si tenía una depresión tan fuerte como para suicidarse ya no era dueño de sus facultades mentales. Es decir le dominaba de tal manera su depresión que ya no era él quien saltó (presuntamente) desde la ventana sino que fue su depresión quien le arrojó por ella. Por tanto, de haberse querido matar, no lo hizo conscientemente. En cualquier caso Dios conoce mejor que nadie el intrerior del hombre y por su Misericordia ha podido salvar a Álvaro. Yo tengo fe en ello. No obstante hay que rezar siempre por él y por todos nuestros difuntos (hayan muerto como hayan muerto).
Algún dia llamaré a su padre para darle mi pésame e intentar infundirle ánimo. Si Dios quiere, a no mucho tardar, iré a Salamanca y espero poder verle para darle un abrazo e ir al cementerio a llevar a mi difunto amigo unas flores.

Yo, como creyente, sé que Álvaro está vivo aunque no le pueda ver. En mas de una ocasión, especialmente en Santoyo, le he sentido. Pero no como decía un obispo, que conozco personalmente, "en mi corazón" sino que he sentido su presencia a mi lado, le he notado a mi lado de forma espiritualmente, cómo cuando no has escuchado a una persona entrar en la habitación pero notas su presencia y cuando miras está allí. No hay dia en que no me acuerde de Álvaro. Van a hacer ya ocho años de su partida. Le recuerdo con grato cariño además de por ser uno de mis mejores amigos en la niñez y adolescencia porque fue, junto a mi querida y añorada Paloma (mi blanca Paloma) uno de mis ángeles de la guarda en aquellos años donde yo sufría acoso escolar. Desde donde esté siento que me sigue cuidando.

Hay quien dice que el bullying es cosa de niños, pero no es así. Hoy he perdonado, pero aun recuerdo cuando llegué a pensar en tirarme desde la azotea del colegio para volar hacia la otra vida. No lo hice gracias a Paloma (quien en 2004 falleció por un cancer... por cierto, aun recuerdo a un profesor muy grandilocuente que tuvimos en el colegio y nos daba física y química que decía "gracias a la ciencia ya no tenéis que enterrar a ningún amigo"... pues la ciencia no hizo nada especialmente por mi amiga Paloma y "gracias" a este mundo tan científico y "desarrollado" hay personas como Álvaro que sufren tanto y nadie es capaz de ayudarles, he tenido que enterrarles siendo demasiado jóvenes).

Quiero finalizar con una curiosidad que descubrí el pasado domingo. Aquel día fui a Hondarribia, bello pueblecito guipuzcoano al que tenía muchas ganas de ir desde que me enteré de la trágica historia de un niño que, en 2004, se había arrojado desde una muralla porque no podía aguantar el acoso escolar al que dia si dia tambien desde, al menos, un año antes sufría (pienso que desde dos años antes, pero bueno). Ese niño se llamaba Jokin Ceberio y su historia en cierto modo me acompaña pues le tengo muy presente siempre. El dia que entré al Seminario le hice una promesa que recordé en estos dias: la de ayudar, cómo sea, a los niños que sufren acoso escolar. No se si como escritor, periodista (estoy comenzando a colaborar en la radio), clérigo... pero sé que debo ayudar a esos niños. Debo ayudar a que la sociedad se conciencie de una vez que eso del acoso escolar no es "cosa de niños" sino que hay aunténticos matones que en los institutos y colegios se comportan como una banda de mafiosos. Una cosa es pegarte con un compañero, de hecho yo me pegaba a veces con compañeros del colegio (nos arreabamos mutuamente con collejas e incluso algún mordisco en la oreja) y otra muy distinta que durante todo el curso (e incluso en verano) seis u ocho niños te estén todo el dia incordiando, llamandote cagón, amenazandote, pegandote, ect. Contra un niño te puedes defender pero contra ocho ¿Cómo te defiendes tu solito? los que hemos sufrido acoso escolar sabemos de la impotencia y dolor que se siente en esos momentos.

Pero no me quiero desviar. Ya pondré un artículo que escribí en un blog anterior sobre Jokin. Cómo digo quiero finalizar con un escrito que, el pasado domingo, tras venir de Hondarribia, descubrí en internet. Se trata de una revista que editan anualmente los alumnos del Instituto de Enseñanza Secundaria "Federico.García Bernalt" de Salamanca. Allí estudiaba mi amigo Álvaro y en esa revista publicaron un discurso que había dado en el acto de despedida de segundo de Bachillerato, pues aquel mismo año ingresaban en la universidad.

Hoy es un día de celebración, de alegría porque al fin el curso murió.
Pero no es este un funeral grisáceo, de citas y coronas;
No existen los reproches, ni los llantos.
Tampoco somos necrófilos, ni plañideras,Simplemente es que nos arde el verano.
Para unos, un adiós; para otros un hasta luego de un año, el que viene, que huele a bonobús.
Ni los pavos, que no son borbones pero sí reales, han sido capaces de convencer a los de la capital.
Nuevos aires para la posada de un leopoldo sin Regenta, y a cuya puerta nunca el Cid llamará.
Una inmaculada sin Cristo, un gallardo garralón,una estrella sin picos, un Mercedes que no Rolls.
Una integral en juliana, un geólogo sin par, aquí no hay fieras, sólo gráciles mulas y teijones sin más.
Ni elefantes, ni bicicletas, sólo hay ingleses de London,que completan esta posada a cuya puerta nunca el Cid llamó.
Y por supuesto los alumnos, fin y causa de la educación.
De pueblo, de ciudad, de aquí, de allá ¡qué más da!,Somos nosotros los huéspedes a quienes hay que hospedar.
Sin embargo, al hacer recuento siempre pierdo la cuenta de este año tan fecundo en príncipes y bastardos.
Negro comenzó, con la sangre de un irónico petrolero que no arrojaba tinta de calamar, sino oro negro.
Dirán viejos gallegos: “Rayo nimio, sí certero,Trueno duro y duradero”.
Vino después la Lou, a oscuras, vestida de no se qué ropajes, y quedaron las aulas llenas de silencio.
Vino después la guerra en un oriente que dista mucho de la equidistancia, y llenose la plaza de gritos contra el vecino de arriba.
Unos a Iraq, otros al Colombia, ¡todos a repostar!Acabando está este infumable sermón,Que no tiene otra intención que la de congratular.
A los que irán a la Universidad, a los que se quedan,Alos que dejarán de estudiar;A los bohemios, a los duros, a los cultos, A los que ocultan, a los enrollados, a los tiesos, a los que besan, a los que son besados... Atodos: ¡Feliz verano!

Álvaro Muñoz Salas. In memoriam